9 de marzo de 2018

El país desnudo

Más que en bolas, el país del título pilla realmente a tomar por culo. En un pequeño intento por destacar alguna característica de Australia, me asaltan a la mente las vulgares ideas de tan apartado lugar. Como los guiris, cuando sitúan a todos los españoles entre toros y artistas de la castañuela, pues lo mismo, al deducir que de esa enorme isla deben destacar las ratas saltarinas y cazadores con bumeranes por encima de todo. A ojo podría situar que la mayor proporción de civilización se encuentra en las costas, mientras que el interior del continente domina una amplia planicie de terrenos, baldíos, explotados o desérticos, a saber. Aunque ahora podría añadir un nuevo conocimiento en la figura de Morris West, quien tiene el crédito de ser el mayor superventas del lugar, gracias sobre todo a otras novelas más conocidas, como Las sandalias del pescador.

Sin censura
Pero en esta pequeña novela de El país desnudo, donde curiosamente firmó con el seudónimo de Michael East, el autor ofrece una historia que se centra en el interior continental. Un sitio donde la vida del hombre blanco se desarrolla entre grandes espacios abiertos. Existe la posibilidad de realizar un pequeño paralelismo con la conocida conquista del oeste americano, seguramente más conocida gracias a una temática similar, en el clásico enfrentamiento de indios y vaqueros. Aunque en este caso hay que sustituir a los nativos de un lugar por los aborígenes australianos. Tribus ancladas en sus viejas tradiciones y que chocan con el medio de vida de los nuevos colonos. Y de ese conflicto nace el punto de partida de la novela, protagonizada por un vaquero que intenta sacar adelante su finca de ganado, pagar las deudas contraídas y superar la soledad del entorno junto a su mujer. Al contar con breves páginas, la trama planteada por West se concentra en el viejo ejercicio deportivo de la caza, a través de una prolongada persecución entre presas y cazadores. A la supuesta acción se le añade la lógica transcendencia de los problemas personales de los protagonistas de la narración. En ese punto es donde West destaca a sus personajes en diversos tramos individualizados, donde lideran la historia que nos están contando desde sus propios puntos de vista. Como cuando los intereses privados del hombre blanco chocan con la singular forma de entender la vida de los aborígenes, y como cada bando actúa en consecuencia de las lógicas que imperan en sus mundos vitales.

Lance Dillon es el ambicioso vaquero protagonista, acuciado por las deudas y cuya esposa Mary no anda del todo contenta por tener que lidiar en ese mundo rural, tan apartado de las comodidades que ofrecían sus orígenes de la ciudad. El clásico triangulo lo culmina el policía Neil Adams, responsable de investigar los sucesos acaecidos frente a una antigua tribu. El otro bando anda liderado por el poderoso hechicero Willinja, quien mantiene su particular disputa con Mundaru, un joven guerrero que suspira por Menyán, la joven esposa del citado Willinja. 

La ambición personal de cada personaje desemboca en un viaje que transformará a todos los protagonistas de un extremo a otro. Tal literatura sobrevive a la persecución, a las pesquisas y al peligro de la naturaleza de forma sobria y con pequeños elementos de cierta tensión bien resueltas por el escritor. La historia principal se desarrolla en un breve espacio de tiempo y posteriormente se observa el resultado de la evolución de los personajes. La novela entonces queda atrapada a la fácil resolución del entretenimiento, algo corto por la escasez de un mayor desarrollo o porque la historia apenas daba más que para enmarcarse en la superficie frente al desvelo interno. Queda también un pequeño acto divulgativo sobre los procedimientos de ciertas colonias humanas atrapadas en el edad de piedra. Al final siempre se aprende algo más allá del tópico. 

La muerte era el último temor, pero una vez que se pasaba este miedo, sólo existía la tranquila desilusión de que la vida había significado tan poco. 

El país desnudo
Morris West.
Ed GP Colección Reno 1973

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