19 de septiembre de 2017

Las escalas de Levante

Tal vez habría que extender algo esos puntos de encuentro del título. Estirarlos hacia occidente y de paso, ampliar las susodichas escalas a todo el mediterráneo. Porque sería de justicia incluir la parte de la historia que incluye a Francia, cuyos territorios y costas forman parte del paisaje de esta corta novela del escritor Amin Maalouf. El autor presenta una historia que recorre parte del siglo XX, a través del relato intimo de su protagonista, Ossyane, alias Baku. Personaje que describe su vida y su participación en diferentes conflictos, como la Francia ocupada por los nazis o la longeva confrontación entre árabes e israelíes. Esa narración marca un estilo dentro la obra, ya que el propio Maalouf nos sirve de guía, tras reconocer en las facciones de un desconocido, el rostro de una histórica imagen del pasado. Tras aventurarse a contactar con el personaje, éste accede a describir su vida, en plan biográfico, donde se recupera la vieja tradición ancestral de presentarse como hijo de, y de paso ampliar los orígenes hasta los abuelos, hábil señuelo para enlazar problemas familiares que alimenten el libreto con las peculiaridades de esas personas. 
El "café" de la mañana

La novela se transforma entonces en un relato personal, donde el narrador nos describe su parecer a través de los recuerdos, desde los lejanos orígenes de la caída del imperio Otomano, hasta los vaivenes que suelen aparecer en vida, la de los éxitos y la de los fracasos. Como salvedad queda por señalar algunas puntualizaciones hechas por el supuesto oyente, el encargado de dar pie al protagonista y redactar sus memorias. Esas intervenciones sirven para otorgar ciertas pausas y anotaciones personales sobre el narrador. También sirven para separar capítulos, especialmente cuando se alcanzan momentos álgidos del trasiego del protagonista y que necesitan del lógico respiro para auparlos aun más si cabe sobre los lectores, además de aportar algún dato externo que el narrador ignora o esquiva citarlo explicitamente. 

El carácter biográfico de la novela arranca a finales del XIX, donde no solo se anota el cambio de siglo, sino también el estatus familiar, al retrotraernos a la violenta caída de un noble otomano. Los abuelos maternos sera los responsables de recoger el primer protagonismo, quienes recogen ese antiguo linaje principesco que les otorga cierta solvencia económica, aunque nace de una primera exposición violenta que perdurará en el devenir de sus vidas. Una violencia que se mantendrá a lo largo de las siguientes generaciones, como un escenario de fondo que se desarrolla en paralelo a la historia. Un pequeño resumen de las hostilidades que se desatan en ese marco geográfico son la limpieza étnica de los armenios por parte de los turcos, la lógica inclusión de la II guerra mundial y la posterior consecuencia de ésta última, con el estallido de disputa entre árabes y judíos por el nacimiento del estado de Israel. Guerras emparejadas al transito del protagonista, pues la vida política alterna con los deseos de los hombres y en ocasiones llegan para trastocarlas, pese a la azarosa evolución de la vida, esa que corre en paralelo a la historia y que tiene sus particulares guiños, como el matrimonio entre una armenia con un turco o un árabe con una judía. Ejemplos discordantes con la actitud general. Las pequeñas esperanzas entre tanto fundamentalismo. 

Gracias a ese carácter de oyente, que se podría incluso relacionar a los mismos lectores, el autor nos regala un hermoso epilogo, donde dar cabida a la interpretación e imaginación de cada uno sobre el pequeño y sosegado relato que abarca esta novela. 


La vida no es lo suficientemente larga como para que uno pueda cansarse
Ossyane


Amin Maalouf
Alianza editorial, 2009

No hay comentarios:

Publicar un comentario