7 de junio de 2014

El libro negro

En ocasiones es inevitable caer en el tópico, o en la redundancia de una frase para referirse a una personalidad en concreto. Como en el caso del escritor turco Orhan Pamuk, a quien se le concedió el premio nobel de literatura en 2006 y con el paso de los años siempre he escuchado o leído la cantinela de que "le dieron el premio por denunciar el genocidio armenio". Una especie de reconocimiento a su actividad personal frente al valor de su profesión. Particularmente pienso que todo premio debería estar siempre en sospecha aunque el tiempo imponga finalmente el simple criterio de la efeméride.

Expuesto lo anterior, queda centrarse en la entrada dedicada a un libro de este autor. En primer lugar he de reconocer una cierta complicación en la lectura motivada por la ubicación
geográfica. En El libro negro se recogen innumerables referencias culturales e históricas que desconozco al ser mi educación básicamente occidental. El escritor hace numerosos desgloses de personalidades y de poblaciones históricas desconocidas por mi parte y donde se mezclan en una sociedad a caballo entre dos mundos. Es la gracia que posee Turquía, una nación oriental que mira constantemente a occidente como modelo a imitar. Por lo menos esta particularidad se subsana fácilmente gracias a un viejo hábito de apuntar palabras o personajes desconocidos. San google hace el resto posteriormente, y así sumar algún conocimiento extra que sirva para pavonearme en alguna partida de trivial. 

Una vez ampliado el conocimiento de ciertas figuras históricas, queda la tarea de intentar describir las sensaciones que la novela provoca. Y tampoco resulta sencillo. Pamuk expone un libro separado constantemente en dos partes diferenciadas por capítulos. De inicio se presenta al personaje principal, un sencillo abogado llamado Galip, al que su esposa abandona sin grandes motivos aparentes, dejando como despedida una simple carta de diecinueve palabras. La otra parte de la novela son artículos periodísticos escritos por el tío del protagonista, un famoso y particular periodista que responde al nombre de Celal Saik, que para colmo es el hermanastro de Rüya, la mujer que desaparece de la vida de Galip. 

En teoría la trama de la novela se sustenta en la incansable búsqueda que realiza Galip para encontrar a su esposa a lo largo y ancho de todo Estambul. Mientras que la temática de los capítulos referidos como columnas periodísticas, aparecen de manera espontanea y curiosamente empiezan a tener ciertas similitudes con el argumento paralelo, como si se tratase de una confirmación, orientación y aclaración necesaria para comprender el complejo texto que va proponiendo Pamuk. Porque la novela empieza a dibujar un camino sinuoso donde el escritor abusa de la enumeración y de la exposición de diferentes ideas en una sola frase.Y según vamos pasando páginas menos sentido tiene la búsqueda de Galip, quien se enreda en una serie de señales, pistas y derivados que solo el personaje principal es capaz de entender.El escritor nos introduce en un tedioso correcalles donde se acumulan paseos por la ciudad de Estambul, visitas a antiguas amistades y extrañas peripecias que terminan por transformar la búsqueda de la mujer perdida hacia la construcción de una identidad distinta. Normalmente en todas las tramas, los personajes evolucionan de tal modo que terminan siendo diferentes a como empezaron. Pero esta novela parece querer jugar con ese cambio de identidad elevándolo a toda la sociedad turca. Algo así como el cambio que impuso Atatürk, el presidente que colocó los cimientos para que Turquía mirase a occidente como modelo de avance para la sociedad de su país. Ese cambio fue realmente excesivo si se tiene en cuenta que incluso se llego a imponer el alfabeto latino por encima del árabe tradicional. Además de otras prohibiciones que arrebatan parte de la identidad nacional. 

Foto extraida de la web novonite.com
Photo by EPA/BGNES

Parece que que Pamuk denuncie, en parte, como la propia identidad turca se desprende de sus ciudadanos a través de la influencia occidental, al ser considerada más adelantada y ejemplo a imitar por las autoridades. De este modo y volviendo a la novela, van apareciendo personajes que han vivido vidas que no eran las suyas, como la mujer enamorada en su juventud de Galip y que imitaba a Rüya con el deseo vivir lo que vive la otra mujer. Otro ejemplo es el artesano de los maniquíes, que en su afán de realizar un buen trabajo creando figuras exactamente a como eran sus conciudadanos, terminó ocultando sus creaciones porque a nadie le interesaba colocar en su tienda un maniquí exacto de un ciudadano turco. Un artesano que comprueba como sus conciudadanos han ido modificando su esencia y lo identifica en los gestos propios de su cultura que han sido sustituidos por las influencias forzosas de occidente.  

Esa identidad termina por afectar a la historia en un alargado enredo sobre la búsqueda personal del yo. Entre los relatos y las desventuras de Galip frente al espejo, un humilde lector se encuentra atrapado en una continua noria que da vueltas sin parar sobre lo mismo una y otra vez. Es un defecto a mi entender de Pamuk, quien debe estar tan agusto de haberse conocido que exagera su inabordable talento mirándose continuamente el ombligo. 



... el lector que intentaba resolver el misterio con sus propios conocimientos y la regla en la mano no se diferenciaba del caminante que va descubriendo el misterio según camina por las calles del mapa, ....

El libro negro
Orhan Pamuk
Ed Alfaguara

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