29 de septiembre de 2017

XXXVIII Pedestre Popular de Guadarrama

Otra vez se repite un ciclo conocido, al aprovechar la agradable templanza del verano para volver a corrotear. Y de ese modo intentar mantener cierta inercia que vuelva a colocar mis pies en una linea de salida. En esta conocida ocasión habría que matizar que me vi empujado a tomar parte en la Pedestre de Guadarrama, pues mi vecino Jony se cumplió la correspondiente venganza de la encerrona de hace dos años. Tenía en mente continuar cogiendo fondo y buscar otras alternativas más adelante. Pero la amistad tiene esas cosas, y nadie podría negarse ante las claras intenciones del paisano para acompañarle a tal evento.
greñas vs pelón

De esta manera sumo cinco participaciones en la carrera de mi pueblo, amplio número que viene a acumularse en este pequeño espacio personal. En parte había que volver a intentarlo, sobretodo después de llevar año y medio sin inscribir mi nombre a ninguna competición popular. Lejos quedan la Pedestre del 15 o La Tragamillas del 16. Breves coletazos de la desidia personal hacia el runin éste. 

Para colmo perdí a Jony mientras se celebraban las carreras dedicadas a los más pequeños, ni las modernas tecnologías del siglo XXI pudieron hacer nada por volvernos a unir, hasta unos breves minutos antes de la salida de adultos. Algo así como un pequeño adelanto de la carrera, ya que Jony vestía piernas más largas que las mías, y pese a sus buenas intenciones de hacerla juntos, era innecesario hacerle parar cada dos por tres, causa por la que me abandonó en los primeros metros de la prueba, cuando la masa de corredores ya enfilábamos la calle San Macario. La ancha vía que asciende hacia el pinar, y cuyo nombre está dedicado a un antiguo poblado con su correspondiente ermita. Un tema ya tratado en este blog

Pero la carrera se desvía por otra santa calle, la de San Sebastián, en una leve ascensión y en cuyos jardines paralelos destaca una fuente, aunque más bien parece una antigua pila bautismal y que adorna el verde de una urbanización. Breve objeto que me hace recordar que, en tiempos pretéritos, Guadarrama gozaba de unas siete ermitas. Poderosa devoción que erige dichos monumentos a lo largo de los tiempos, aunque las desgracias políticas del hombre terminaron por arruinar. De hecho no queda ninguna ermita en pie, salvo la espadaña de San Macario, cuya abandonada silueta vigila las aguas del embalse de la Jarosa. Tal vez esa pila sea algún resto perdido, y tal vez, San Sebastián tuviera su particular devoción por esa zona. Por imaginar que no quede. 

La carrera bordea las afueras hasta descender, por un largo trecho, una calle destinada al poeta Bécquer. Pero todo lo que baja vuelve a subir, ahora por la empinada calle de San Roque. Una larga vía de salida del municipio hacia la carretera que une Guadarrama con El Escorial. Tal vez San Roque tuviera también su ermita, pues hay una plazuela de mismo nombre pegada al inicio de la calle, como si este santo desembocara en ese lugar. Y como recoge el maestro Luis de León, en una obra de 1891, el correspondiente día dedicado al santo se le llevaba en procesión, mientras que por la tarde se celebraba la barbara costumbre de embriagarse con vino, hombres y niños en su mayor parte. Y a éstos últimos los embriagaban lastimosamente. Obviamente la tradición del botellón ya estaba inventado para entonces. 

Tras superar las libaciones a San Roque, se enlaza con la linea de meta, en un primer paso que dice ser el km 3 de la competición. Momento adecuado para saludar a vecinos y familiares congregados en ese punto. Después toca abandonar el casco urbano por una larga calleja, en un tramo de tierra que acoge diversos prados y que la especulación urbanística acogió con agrado incorporar esos terrenos como edificables, en un aprobado PGOU previo a la crisis y al estallido de la burbuja inmobiliaria. Cosas del PP del momento. Y del futuro. 

A pesar de la distancia puede oírse cierto jolgorio en el pueblo. Tiene pinta de que el ganador de la prueba debía estar llegando a meta, cuando mi reloj de pulsera marcaba unos 24 minutos largos. A un lento servidor todavía le queda rodear unos pequeños huertos, superar el puente del río y volver al asfalto. En ese intervalo, entre la naturaleza y la civilización, estaba la ermita destinada a San Juan, cerca de las praderías y de la urbanización del mismo nombre actuales. El único resto visible data de mapas del siglo XVIII. Ahí si, por lo menos, se sabe dónde estaba y a quien estaba dedicado el santuario. La carrera sigue en paralelo a la urbanización citada, hasta alcanzar un puente peatonal sobre el río Guadarrama. Al lado está otro puente, llamado del Rosario, cuyo nombre deriva por la cercanía de otra ermita perdida y que debía rondar esa zona. 


Antes de tiempo - CA Guadarrama/ dxt
Queda poco para la meta y en la calle del Río sobrevuela por el horizonte la cuadrada torre de la antigua iglesia, reconvertida en centro cultural aunque destinada al culto de San Miguel en el pasado. La jarana de emborracharse se repetía antiguamente en la celebración del día de este santo, a la vera del famoso veranillo de San Miguel con doble cantidad de vino, y por consiguiente mayores los abusos, dicta Luis de León. Para algo debe servir ser el patrón del pueblo. Hasta aquí la dedicación al culto, incluida la inventada para referirse a la devoción, tal vez habría que buscarla en los altares de la antigua iglesia, el Mayor, dedicado al patrono San Miguel, las Hermandades del Santo Cristo, San Francisco y Nuestra Señora de la Concepción; cada una ha costeado el suyo. El de San Antonio, por varias devotas, así como el de San José: últimamente, el de Nuestra Señora del Carmen, con todo lo necesario...

Retomo la senda de la carrera por la calle Dos de mayo, otra salida del municipio hacia el camino viejo de El Escorial y que en el interior, enlaza con la Calzada en el casco urbano, cuyos falsos adoquines terminan justo enfrente de la fuente de los Caños, allá donde una representación del mismo San Miguel vigila con su lanza a los participantes. En el tramo final rebajo el ritmo, al buscar entre el gentío a mi familia e intentar entrar en meta con la mayor de las niñas. Por lo visto he llegado antes de mis previsiones y cruzo el arco en soledad. Casi 40 minutos exactos en esta quinta ocasión. Tras los descuidados preliminares con Jony, estaba claro que hoy no era el día para atinar con las previsiones. 



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Club Atletismo Guadarrama
Guadarrama, Luis de León, ed Ayto Guadarrama 2001

Pedestre 2015
Pedestre 2014
Pedestre 2013
Pedestre 2012

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Actualización a 24 de septiembre de 2019

El pasado sábado 21 se celebró la cuadragésima edición de la Pedestre Popular bajo una perspicaz lluvia y la ausencia del herniado bloguero. Como la morriña tira del amor propio, quedaba la triste opción de rememorar pasadas experiencias acudiendo al archivo. Y en este caso particular, añadir correctamente la ubicación de las antiguas ermitas y la devoción de cada una de ellas. A ojo acerté con San Roque, pues se hallaba cerca del Camino Real y en el barrio así llamado. La ermita del Rosario andaba cerca del puente del río en un lado. Pero me faltó citar al otro lado del río a Nuestra Señora del Sauz.

La ermita de San Juan ante Portam Latinam identificada en mapas del XVIII en la calleja de Prado San Juan.

El Barrio de las Angustias contaba con la ermita dedicada a Nuestra Señora de las Angustias, cerca de la carretera de la Fuenfría en dirección a Los Molinos. También hacia el norte del termino municipal, en un lugar llamado Prado de la Iglesia y también cerca del río, se encontraba la ermita de uno de los patronos del pueblo. San Juan Bautista. 

En el puerto de Guadarrama se pensó en crear una colonia fija de residentes con el objetivo de atender a los viajeros y transeuntes del paso de montaña. El barrio o población debía llamarse Carmelo. Hacía 1785 se levantó la ermita de Nuestra Señora del Carmen con la aprobación por parte del Arzobispo de Toledo. 

Siete ermitas... todas perdidas. 

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Bibliografía
Arquitectura y desarrollo urbano. CAM (Zona Oeste) Tomo VII -  VVAA. Página 177

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