6 de junio de 2017

Hasta el último mar

Sinceramente, me esperaba más. Con este último título podría decirse que el escritor Vasili Yan, daba por concluido su monumental trilogía sobre el imperio mongol, iniciada por la enorme figura del conquistador Gengis Kan y extendida por sus descendientes. Esta tercera novela cierra el trabajo del autor, porque falleció el mismo año de la publicación de Hasta el último mar (1955) Cerrando toda posibilidad de extender la saga mongola. Y la pena es que después de disfrutar gran parte de la obra de Yan, esté último ejemplar se me queda corto. Principalmente porque considero que la novela apenas cumple con las expectativas que uno mismo se había ido creando tras las lecturas de las obras precedentes. En esta ocasión gana por goleada los defectos del resumen. El problema de síntesis, que ya aparecía en las anteriores novelas, se agudiza en está de tal modo, que urge pensar en que demonios pensaba Yan con su obsesión de abreviar la fascinante aventura descrita. 

Es cierto que la magnitud de datos, batallas y derivados son un exceso recurrente cuando se trata de novelar un extenso período de conquista. Y la buena literatura, debe saber abordar como mezclar la lógica reducción de las redundantes batallas, con la variedad que suponen el amplio abanico de tramas y personajes, diversidad que suma la dificultad de desarrollarse en un espacio físico tan grande. A estos pequeños matices hay que añadir la buena costumbre del autor en otorgar voz y protagonismos a los diversos pueblos que participan en la historia. Tanto en Gengis Kan como en Batú, Yan se abría a presentar y desarrollar a los enemigos de los mongoles, y a lo largo de las páginas, aparecían y desaparecían según su importancia. En esta ocasión opta por un alargado inicio donde incorpora a nuevos personajes, que curiosamente, apenas aportan algún desarrollo importante para el futuro devenir del libro. Y encima se observa con impotencia como otros personajes, que habían tenido un notable protagonismo anterior, pierden comba en este tercer capitulo. Personajes llamativos como Arapsha, cuya figura queda relegada de manera testimonial a la simple cita, o el bueno de Musuk, quien tras describir una notable parábola vital en Batú, queda su suerte abandonada a una miserable frase sin gloria en este tercer libro.

La historia de la novela enlaza con el final de Batú, para acompañar a la llamada Horda Azul a concluir su destino de conquistar el universo conocido, llegar con los cascos de sus notables caballos a la orilla de la mar salada. Nuevamente el nieto de Gengis Kan, Batú, lidera un inmenso ejército que llevará el terror y la destrucción hacia el poniente, hacia aquellos países que quedaban por conquistar. Empezando por la capital rusa, Kiev y el posterior avance hacia Europa. 

¡Por eso continuaremos marchando adelante, siempre adelante, hasta el último mar!
Batú

Sinceramente, me esperaba más de un título que venía a cerrar, seguramente, el mejor trabajo literario que se haya hecho sobre el imperio mongol. A lo largo de las novelas precedentes, siempre solía apuntar el mismo defecto que se indica al principio de esta opinión personal. La presencia del resumen, la imperiosa necesidad que tiene Yan por acortar algunos tramos históricos. Llegados a este tercer volumen, el resumen incrementa en número de páginas. Me queda la extraña sensación del querer acabar, del poner fin a un largo proceso de trabajo previo, como si a Yan le faltará la soltura necesaria para embaucarnos con nuevos temas y relatos sobre el inmenso avance del imperio mongol. Puede parecer injusto la apreciación negativa hacia la novela que concluye el viaje, pero hay historias secundarias, como la del artista Vadim, que apenas aportan nada fresco e interesante al punto de vista ruso frente al mongol. De ahí que apenas tenga mayor protagonismo que unos leves capítulos. En las dos primeras novelas, la incorporación de secundarios y su influencia en el grueso del relato eran de mayor interés e importancia. El Sha Mohamed, Djelad ad Din, el héroe ruso Eupati... Personajes que con sus historias personales, sumaban fuertes grupos de oposición al avance mongol. A la par de dignificar la cruel diferencia, que habita entre los grandes titulares de la historia frente a la riqueza que aportan los simples anónimos. Individuos cuya imaginación de Yan incorpora para aupar el relato en todas sus vertientes sociales posibles. 

También es de justicia reconocer que Yan recupera el pulso narrativo al final, justo cuando debe cerrar las historias de sus protagonistas, ahí reaparece una linea que viene a mejorar la agonía del resumen. La imperiosa necesidad del tener que acabar. La guinda, en este caso, apenas se sostiene sobre una base poco solida. 

Por fin se vio la llanura azul del océano desde una de las cúspides montañosas y todos se preguntaban: "¿Será este el último mar?"

Hasta el último mar
Vasili Yan.
Ed Valdemar, 2014
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Gengis-Kan
Batú
Hasta el último mar

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