30 de abril de 2015

Rock´n´Roll Maratón Madrid 2015

Y llegó la fecha señalada de la prueba que dirimiría el esfuerzo acumulado durante los cuatro últimos meses, y que culminan al cruzar la meta del RnR Maratón de Madrid en el parque de el Retiro. Trigésimo octava edición de una multitudinaria prueba de fondo que recorre las calles de la capital, inundadas por una oleada de corredores que compartíamos trazado durante los primeros 14ks con los perezosos de la media distancia.

Previamente, mi mujer ya me iba avisando a lo largo de la semana. "Va a llover" decía, mientras yo me escondía bajo las inútiles previsiones del accuweather, cuya app anunciaba lluvia entre las 9 y las 11 de la mañana del día 26. En un extraño momento de lucidez, decidí incorporar la gorra al macuto, por si las moscas, además de una bolsa de basura para disminuir los efectos de los fríos mañaneros. 

Para evitar colapsos, con los tantos mil runners que nos habíamos citado para el domingo, dejo el coche al lado del polideportivo que uso para los entrenos semanales y que dista a kilómetro y medio del Retiro. Para la vuelta ya se verá si hago uso del transporte público, o en un alarde de fuerzas, me extiendo más allá de los 42ks previstos. Sin embargo, la bolsa de basura me queda bastante estrecha, cosas del reciclaje, por haber cogido el primer rollo de casa sin comprobar si el tamaño estaba destinado al cubo pequeño o al grande. Sin ningún tipo de vergüenza, por mi estupendo y ajustado top negro, transito por O´Donnell buscando la típica bolsa de recogida de excrementos para perros con el fin de salvaguardar el móvil del continuo chirimiri que cae sobre Madrid. Pero lo que encuentro es un rollo de bolsas de basuras con un tamaño más apropiado para cubrir mi hercúleo cuerpo. Pequeña y tonta nota positiva del día.
Me encanta. Mil gracias al fotero de Forofos del running

Plaza de Cibeles. Buscando un cajón.

Gente, gente y gente. La mayoría son corredores, algunos acompañantes y otros pocos medios de comunicación. Con tranquilidad desciendo por el Paseo del Prado buscando mi correspondiente cajón de salida. Tan atrás, que tiene pinta de que voy a arrancar más allá de la plaza de Neptuno. Finalmente encuentro un acceso y me planto, en una tranquila espera, a que comencemos a caminar. Pasadas las nueve de la mañana empezamos a avanzar poco a poco, hasta cruzar el doble arco de salida y enfilar la leve subida por Castellana. Estoy rodeado de guiris, móviles, go pros, gente con mochilas, algún que otro disfraz y otros con todo un arsenal de geles en sus cinturones, que más bien parece que lleven un cinturón de bricolaje. 

El calabobos va y viene mientras la temperatura se mantiene agradable, salvo por algunas corrientes de aire cuando llegamos a Plaza de Castilla. Trotamos tranquilamente por estas anchas vías que suelo recorrer a lo largo de la semana por asuntos laborales. Y en un pis pas se llega al km 14, donde nos separamos de los corredores que van a por la media entre palmas, apoyos y cierta concordia entre los corredores. La maratón por su parte se dirige hacia el centro de Madrid, bajando por San Bernardo y encarar después el ancho asfalto de Gran Vía. En esta zona, la carrera ha sorprendido a algunos turistas, que incrédulos, observan la continua marea multicolor junto a sus maletas, mientras que otros más impacientes, atraviesan la masa de corredores en un divertido juego de esquivarnos mutuamente. 
Fotógrafo anónimo

Sinceramente. Mola llegar a Callao, atravesar Preciados y observar como avanzas hacia la fachada de la Casa de Correos rodeados de una mayor concentración de público. Estas son las cosas por las que merece la pena pagar por correr en una gran ciudad. Al ser retirados los coches de las calles y compartir el duro asfalto con un buen número de gente anónima alrededor. Después se baja por la atractiva calle Mayor y continua por Bailen con la Almudena, Palacio Real y Senado como edificios más representativos. La media distancia se encuentra situada en Ferraz, donde paso con un tiempo de 1.59:00. Tiempo similar al de Zaragoza pero con la sensación de estar todavía bastante completo. Hasta ese punto no me había fijado mucho en los tiempos y decido apretar algo para ver como reacciono hasta la Casa de Campo.

En el km 24 reconozco a un tipo rubio que lleva una camiseta de La Rioja, corredor con el que coincidí en la maratón de Zaragoza. Llego a su altura y comenzamos a charlar un rato sobre la carrera, el tiempo, Behobia con sus altos precios y que el figura suele cascarse como unos cuatro o cinco maratones anuales, me invita a vernos de nuevo en la capital maña pero otro año será, pues me veo cambiando pañales en septiembre. Me despido hasta otra futura ocasión y arreo hacia Príncipe Pío, donde se agolpa otro buen número de espectadores. Sin embargo, la llovizna ha decidido dejarse de tonterías y las nubes parecen haberse atrevido a regarnos como se merece un día ligado a completar esta mítica distancia. En la Casa de Campo ni miro hacia el lago, bastante agua llevamos encima como para buscar más líquidos con la mirada. Eso sí, este tramo esta espectacular con la llegada de la primavera y el verdor de la arboleda. A la salida nos espera un buen repecho, un muro que me recuerda la cuesta Aisa de la media de La Latina, solo que en este caso se notan los kms acumulados y no se supera con tanta facilidad. 

A pesar de todo, continuo trotando bastante confiado mientras marchamos hacia la parte final, la decisiva y que tiende a recuperar los metros perdidos. En torno al 35 observo como una camiseta del club de atletismo de Guadarrama va caminando, cuando llego a su altura reconozco a su portador e intento darle una simple muestra de animo. El cansancio acumulado empieza a hacer mella pero sigo notándome bastante bien, incluso superando a algunos corredores. Sin embargo, pasado el 36 me sobreviene a traición y sin avisar un fuerte tirón en la parte trasera del muslo izquierdo. Me cabreo enérgicamente mientras cojeo primero y continuo andando después. Prefiero caminar antes que estirar, y con suerte, noto que la pierna mantiene el calor, lo que me permite nuevamente volver a trotar, aunque sea más despacio. Ahora si que sólo queda intentar llegar a la meta tranquilamente, mientras el aguacero vuelve a recrudecerse. La carrera vuelve atravesar Cibeles y posteriormente Colón, buscando la entrada al parque de meta. Pero en el 40 es la pierna derecha quien muestra ahora su rebeldía, con un nuevo tirón que vuelve a sacarme de la carrera. Repito la operación tranquilamente, cojear, caminar y trotar ya por fin en Príncipe de Vergara, pues sólo quedan un par de virajes y el Retiro abre de par en par sus puertas para recibirnos. Como las nubes, que han abierto sus esclusas y ya no tienen compasión ni de los espectadores más fieles que se mantienen hieráticos ante la avalancha de la lluvia, celebrando también, la constante llegada de corredores. La recta final se me hace eterna mientras busco en el cielo alguna surrealista explicación sobre el chaparrón recibido y sobre los tirones sufridos. Por fin cruzo la meta filípica de las narices, ya que la pierna izquierda, al menos en esta ocasión, empezaba a avisar de la llegada de un nuevo calambre. 
Llegando a meta. 19.95 lereles la foto
Objetivo cumplido pese a los tirones finales. Tal vez apreté en demasía pero hice una apuesta personal y se admiten las consecuencias. Por otra parte, Madrid tiene su encanto pese a conocer el trayecto y sus calles; la dureza final aporta un dificultad extra que a mi juicio la hace más atractiva al reto de culminar 42ks. Tanto recorrido plano y tanta marca tendrá también su gracia. Pero verte obligado a apretar los dientes... Me lo he pasado en grande.

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R´n´R Maratón Madrid







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