26 de febrero de 2013

Frente nacional hasta Guadarrama

Posiciones perdidas: Cerro de la Viña.

Turno para los restos perdidos del ejército sublevado. La línea del frente nacional. En este caso empiezo por el pequeño cerro de La Viña. La posición más avanzada dentro del pinar de la Jarosa. En un principio la visita a este cerro podría ser el inicio hacia una excursión más larga visitando el frente nacional y el republicano en el entorno de la Jarosa, como la excursión primeriza de este apartado en el blog. Algún día lo recorreré por completo y daré cuenta de ello. Ahora en cambio me centro en este cerro, obviado por una de mis principales fuentes, Senderos de Guerra, al ser una posición avanzada y en contraste con diversos frentes republicanos ya visitados. Cerro Santo y la excursión en el paraje de El Estepar. Quedando el antiguo poblado que hoy sumerge el embalse en medio del frente de guerra. Tras la conquista de El Alto de El León el 1 de agosto de 1936, una ofensiva nacional avanzó posiciones hasta la entrada del mismo municipio de  Guadarrama, llevando el frente hasta el km 51 de la N-VI. En la zona conocida hoy día como Gurugú. El frente también avanzó por la Jarosa hasta el cerro de La Viña, manteniéndose fija ya hasta el final de la contienda.
Ladera del cerro de la Viña
La reseña a este lugar se inicia en el parking de los muros del embalse. Al poco de seguir la carreterilla nos adentrarnos en el primer camino a nuestra derecha. Justo al lado de un panel que indica una ruta sobre los restos de la guerra ya citados. Aunque en ese panel se olviden del cerro de La Viña. Hay que subir pues por la pista asfaltada hasta la valla que nos recuerda la prohibición del uso de vehículos de motor en el campo. El cerro se haya a nuestra izquierda y una trinchera nace desde la valla para ascender por la ladera. Al poco de subir, la trinchera se va bifurcando en varias hileras que ahondan sobre el terreno. El objetivo es rodear el cerro por la ladera y la dirección a seguir puede ser confusa dependiendo de la trinchera que se siga. Lo lógico es continuar hasta las diferentes aglomeraciones de rocas que van surgiendo porque incluso las trincheras desaparecen. No importa, llegados a este punto los roquedales son los puntos a visitar para intentar descubrir algo que merezca la pena. Poca cosa, la verdad. En estos primeros compases solo destacan las trincheras, algunas oquedades en el suelo y algún murete perdido.

Si las matemáticas no me fallan la cosa mejora a partir del tercer conjunto granítico. Sobre todo porque la elevada cantidad de roca alberga un pequeño murete y el nacimiento de una nueva trinchera de la que se desprenden a su vez nuevas incursiones por la ladera, estas ramificaciones buscan posiciones de tiro más avanzadas hacia el frente republicano del cerro de Los Lobos. De todas estas destaca una por concluir en una derruida construcción que todavía mantiene algo más que la base. La inclinación del terreno termina en el arroyo que servía de divisoria entre los dos frentes mientras que el recorrido de las trincheras continua por la ladera hasta que concluye en una pequeña encrucijada de caminos. A modo de situarnos destaca un elevado depósito de agua justo enfrente. Por contra no hay nada destacable en la planicie del cerro.
En este punto lo mejor es continuar por la primera pista asfaltada a mano derecha. Mientras bajamos algo de altura a nuestra izquierda se divisan más trincheras que se pierden hacia arriba. Sin embargo continuamos hasta un murete semienterrado, justo antes de una curva hacia la derecha y que desciende rápidamente. Tras ese murete hay que bajar por una leve vaguada entre dos peñascos y dejarnos guiar por una nueva trinchera hasta casi el vallado que delimita la llegada de la civilización a modo de autopista. La Ap-6 corta de un tajo este maltrecho pinar y a nuestro alrededor todavía perdura alguna leve construcción y diversas trincheras que se pierden hacia otra pista forestal que hay más abajo. Esta es la denominada posición Arjimiro. La posición más avanzada del ejército nacional dentro del entorno de La Jarosa. El frente se corta por la llegada del asfalto. Solo nos queda vislumbrar desde este sitio nuestros siguientes pasos hacia la Cruz de los Sanatorios, el sanatorio Hispanoamericano y el escaso resto de los depósitos de agua. La continuación del frente de guerra termina en el citado km 51 donde una placa nos recuerda otro suceso por ver más adelante.




20 de febrero de 2013

Asesinato en el Orient Express

No es este un genero que me entusiasme demasiado, pero la variedad esta en el gusto y de vez en cuando es necesario desintoxicarse un poco y cambiar hábitos de lectura. La elección de Asesinato en el Orient Express se debe a simple vaguería, una novela corta para fulminar rápidamente el mono perdido de abrir un libro de manera diaria. Para colmo vi la película hace un tiempo, así que a la hora de adentrarme en este particular cluedo férreo, mi mente simplemente se despista en colocar al reparto cinematográfico con los personajes impresos de la novela. Sean Connery es el coronel, Anthony Perkins como McQueen, Vanessa Redgrave como.... mierda. La asistenta sueca o la princesa? No consigo recordarlo y encima la supuesta magia o interés de esta obra ya está perdida de antemano al conocer perfectamente la resolución del misterio. Y entonces ¿para qué?? Pues la vaguería, la vaguería. Aunque bueno, tampoco está de sobra conocer la obra en su origen.


La novela arranca con el detective, Hercule Poirot, quien tras resolver satisfactoriamente un caso en Siria, se embarca en el famoso tren Orient Express para regresar a Europa. Sin embargo, en el transcurso del viaje se comete un extraño delito que necesitará de la habilidad del detective belga para poder resolver el crimen cometido. Aquí es donde radica la gracia del asunto, hacer participé al lector de la complejidad del asesinato, conocer las mismas pistas que nuestros protagonistas e intentar descubrir que sospechoso es finalmente el asesino. Incluso el buen detective continua con su reto realizando algún que otro resumen y haciéndonos participé de sus avances. En este caso la gracia del asunto ya está resuelta en mi caso, aunque tampoco podría explayarme más pues siempre considero que la escritora inglesa hace trampa y me pone nervioso tanta prueba, tanta sospecha o el simple buen criterio para desvelar misterios. No son de mi agrado o por lo menos no lo considero un juego que me atraiga en exceso.

Así pues, solo nos queda la escritura. Y es en este lugar donde realmente se puede disfrutar del buen manejo de la escritora. Una cuestión personal es que me encanta ese lenguaje refinado y repleto de buenos modales, donde las inquisiciones más hirientes toman forma de celebres sentencias. El libro se lee de corrido, gracias a un estilo directo donde imperan los diálogos entre personajes. Obviamente la investigación requiere tomar declaración de los testigos y posibles culpables en ese juego exquisito que propone la autora. La idea es muy buena, todo hay que decirlo, en el transcurso de ese viaje en tren de sobra conocido, encerrando a los múltiples personajes junto a reducidos espacios entre compartimientos y el vagón restaurante como únicos escenarios. Todo junto para construir la atmósfera adecuada que acompañe el misterioso asesinato cometido. Un espacio recluido que ahonda la fatalidad y que suma además la detención del tren por la acumulación de nieve.

Agatha Cristie es una reputada escritora de la literatura occidental, nada nuevo sobre esta señora denominada como la maga del suspense por su habilidad de tejer complejos actos criminales que derivan en la consecuente investigación y resolución por parte del protagonista. En esta ocasión su famoso detective Hercule Poirot. Un singular personaje que tiene una habilidad especial para evaluar los diferentes prismas que suelen acompañar a esta serie de tramas. Nada más que añadir a una agradable lectura, rápida y correcta sobre los malabares de asesinos y detectives. Tan agradables para mucha gente que sin embargo adolecen de perder todo interés una vez descubierto el misterio. ¿O alguien puede volver a ver por ejemplo El sexto sentido como la primera vez? El encanto se pierde, y apenas puede encontrarse motivos en repetir está lectura.


¿Recuerda que bromeamos sobre aquello de recostarse y reflexionar? Bien, pues voy a poner en práctica mi sistema ahora mismo y ustedes me imitarán. Recostémonos y reflexionemos. Uno o varios viajeros mataron a Ratchett. ¿Cuál de ellos?

Hercule Poirot

Aghata Christie

Ed. El País
Serie Negra

14 de febrero de 2013

Los pilares de la tierra

Tengo una ventaja para disfrutar de la adaptación televisiva de la obra de Ken Follet. No me he leído el libro. Algo tan simple que me evita realizar las inútiles comparaciones entre dos obras bien distintas, la narrativa y la audiovisual. Porque lo creamos o no, estamos demasiado mal acostumbrados a equiparar ambos productos, cuando en realidad son bien distintos. La típica frase de "me gustó más el libro" es solo la pobre excusa que se da para no profundizar aun más en una reflexión sensata sobre las adaptaciones que se realizan de un campo a otro. La literatura gana por goleada obviamente, pero escudarnos en esa frase dice bien poco de un análisis más profundo, o simplemente llegar a mantener una conversación donde se aporten mejores ideas que la susodicha frase. A pesar de lo mencionado creo que el poder de sintesis de la serie es bastante notable, en su primer capítulo ya aprecié que el guión audiovisual engullía hojas literarias a un ritmo vertiginoso. Tal vez aquí se encuentre el único pero, en el reiterado abuso de las elipsis para sintetizar el tiempo y las distintas alianzas que se fraguan entre los personajes. 


La serie Los pilares de la tierra contiene un amplio abanico de tramas que marcan un interesante punto de partida. Los personajes principales pululan a lo largo de los años alrededor de la construcción de una catedral. El principal elemento arquitectónico de la era medieval y acaparador no solo de la importante entidad religiosa, sino de la economía como motor de la villa. Como bien se representa en la serie por la posibilidad de realizar un mercado que atraiga a los comerciantes. En un breve resumen, la historia parte de la disputa por la corona al fallecer el hijo del rey y su único heredero en un incendio en alta mar. La lucha por el trono echará a andar y los peones deberán escoger bien que bando elegir. Sin embargo el verdadero protagonismo recaerá en los personajes que intentarán levantar una catedral en Kingsbridge, Tom el constructor, el prior Phillip y Jack, el hijo bastardo de Tom. Y todo por la gloria de Dios. Es importante remarcar el poder de la iglesia y su importancia en el modo de influir de la vida cotidiana de la sociedad medieval. Algo distante si lo intentamos comparar con nuestra rutina actual. Pero de vital transcendencia en una era donde se llegaba a matar por un trozo de madera pintado con alegres colores. 

Jack, Tom y Alfred
Las diferentes tramas convergen con los personajes y sus antagonistas. Esteban y Matilde lucharan durante años por la corona y su descendencia. La familia Hamleigh y los herederos de Bartholomew por el castillo y las tierras de Shiring. El padre Phillip contra su superior eclesiástico, Waleran. Y finalmente Jack, el artista de pelo de fuego frente a su hermanastro Alfred, tanto en suceder a Tom como maestro de obra como por el amor de Aliena. Un extenso conglomerado de personalidades bien trabajadas y elaboradas. Como por ejemplo la determinación de Aliena en convertir a su timorato hermano en el valeroso caballero que llegará a ser. Hete aquí la grandeza de la serie, en la importancia del reparto coral y las peculiaridades de cada personaje. Nos emocionan con sus historias particulares y sus subtramas que se superponen a la principal, contribuyendo realmente a edificar esta obra. Muchos personajes van y vienen, crecen y se amparan bajo la construcción de la catedral o la guerra por la corona. Una guerra continua y con una resolución tal vez demasiado lejana a pesar de la buena conjura inicial. Parte de la importancia por la sucesión dinástica queda apartada por los personajes que pueblan Kingsbridge. Los verdaderos protagonistas frente a sus ambiciosos regentes. Nos importa más la construcción de la catedral que la batalla entre los príncipes Eustaquio y Enrique, los herederos de los problemas regentes en la convulsa época medieval.

Con el tiempo intentaré leer la novela, ahora mismo tengo demasiado reciente este visionado y espero dejar pasar algunos años para que el tiempo nuble algo mis recuerdos. Ya veremos si para entonces me contradigo con el "me gustó más el libro".

Los pilares de la tierra. En Imdb.
Starz. 2010

8 de febrero de 2013

Posiciones perdidas: Dehesa de Arriba

En los últimos tiempos, esta dehesa se ha convertido en una especie de patio particular. Tan cerca se encuentra de mi domicilio que es el sitio idóneo para desfogar el ímpetu de Bosco o para poder correr libremente como campo de entrenamiento, esquivando de este modo la dureza del asfalto de vez en cuando. También se le conoce con el sobrenombre de A tope, por albergar un perdido circuito de motocross, donde aun puede verse algún peralte y salto.

Como siempre pasa en la vida hay ricos y pobres, afortunados y desgraciados. Si esta dehesa es la de arriba, lógicamente hay otra más abajo. Pues bien, esta Dehesa de Arriba es la pobre y la desgraciada, tan maltratada que aun conserva numerosos escombros de todo tipo en sus laderas. Restos de construcciones y desechos de toda índole que la madre naturaleza intenta ocultar, aunque las vergüenzas sean de otros. La pasada especulación urbanística nos ha dejado una urbanización cerrada y un colegio privado como punta de lanza de por donde van los tiros, o los ladrillos según el caso. Seguramente se urbanice en el futuro. Además hace tiempo que se cargaron la cañada vereda del colmenar y ahora los actuales dirigentes lo han "arreglado", trasladando el paso del ganado a la Dehesa de Abajo.  

Trinchera junto a la Ap-6
Tras esta breve introducción voy a centrarme en el verdadero propósito de este post, culminar la línea republicana de la Guerra civil española desde el pinar de La Jarosa hasta Guadarrama. Los restos que se encuentran en esta dehesa son tan pobres que apenas queda algo que mantenga la dignidad de la visita. Este paseo es un complemento que une esta posición con la anterior de Cuestas de La Herrería y que puede realizarse conjuntamente en un mismo día. El punto de partida, por tanto, es el camino que surge bajo el viaducto de la Ap-6. Antes de llegar a la estación de tratamiento de aguas del embalse. Por la carretera asfaltada que sube al entorno de La Jarosa y justo por debajo de la anterior excursión.

Hay que avanzar muy poco por este camino y estar atento a nuestra derecha, un pequeña vereda sube hasta un pino que sobresale en altura del resto. Esta senda nos lleva hasta la ubicación de la trinchera que renace tras la construcción de la autopista. Un poco por encima de esta trinchera hay otra excavación que destaca en profundidad, estas trincheras son los restos más visibles a pesar de que la maleza que nos rodea se encarga de cubrir los alrededores.  

En principio hay que volver al camino inicial para seguir la estela de la línea republicana. Entramos en ese punto donde se pide un pequeño acto de fe para proseguir, a través del campo entre matojos. Imprescindible pantalón largo, incluso en verano para evitar molestos arañazos. Al cruzar el camino nos dejamos caer por la ladera, donde se aprecia y se adivina la continuación del frente de guerra en una trinchera que desciende en diagonal hasta que se cruza con otra donde hay una prolongación que baja un poco, casi hasta la carreterilla que sube al embalse. Por aquí la trinchera gana en profundidad, destacando en algún momento los posibles restos de reforzamiento a través de devaluados muretes. Simples losas que las zarzas van ocultando. Volvemos a subir hasta el cruce de trincheras anterior y ascendemos al siguiente cerrillo. Tras la senda llegamos a algo más llamativo, donde pueden verse escasos muretes y restos de piedras desperdigadas por el suelo, damos un rodeo para encontrar la línea que vuelve a ascender en zig zag. Dependiendo del crecimiento de los hierbajos puede verse mejor o peor, hasta que finalmente se pierde entre grandes zarzas y otros arbustos. Giramos al sur, a nuestra derecha rodeando el espeso arbolado. 

Trinchera a descubrir
El paseo continua en paralelo de la masa forestal por un claro que después se convierte en senda y que finalmente se cruza con un ancho camino. Seguimos de frente por otro camino que mantiene los arbustos a nuestra izquierda. Justo por detrás de esta nueva floración, la trinchera republicana vuelve a surgir entre la excelsa maleza, resistiéndose a ser ocultada y olvidada al ostracismo. A estas alturas solo puedo invitar a quien quiera que la descubra por si mismo. La trinchera sigue por esta ladera durante varios metros, sorteando la dificultad de mantenerse ante tanto hierbajo. Pese a sus esfuerzos, la linea republicana perece finalmente, semienterrada por el lento e impecable crecimiento vegetal. Solo queda remontar la insulsa colina, donde crecen un par de buenos chaparros y disfrutar de las vistas que ofrece este escaso balcón. Las crestas de las montañas se ven nítidas en un amplio cordal montañoso, ¿alguien lleva prismáticos? los cables de una torre de alta tensión y la localidad de Guadarrama a nuestros pies. Estas mismas extremidades nos llevaran de regreso al camino anterior tras advertir en este alto una buena oquedad en el suelo. Un buen punto estratégico que dispara mi imaginación para rellenar esos pequeños huecos de la historia. Aunque estén ocultos y abandonados.

La ruta del GPS continua por el camino hasta un muro, donde creo que debía continuar la línea. De todos modos hay que seguir esa misma pista para llegar a Guadarrama, el GPS se corta justo en otro pequeño espacio a modo de mirador. A ambos lados de esta pequeña planicie hay numerosos escombros, algunos tan llamativos como grandes bloques de hormigón. Seguramente de algún derruido edificio.
Cables, Guadarrama y Cabeza Mediana al fondo


2 de febrero de 2013

El puente de Alcántara

A veces se tiene un tesoro delante de las narices y uno es incapaz de verlo. El puente de Alcántara lleva rondando mi cabeza más de diez años. Y para colmo, los dos últimos en la estantería del salón de mi propia casa. Menos mal que los libros suelen mantenerse fieles sin importarles si uno se pierde por bibliotecas foráneas. No importa, la espera ha sido gratamente recompensada, la novela de Baer es una fantástica obra de literatura histórica que ha conseguido algo tan simple, básico y agradable como engancharme a su lectura, devorando hojas con tal avidez que sus 707 páginas de esta edición, se me han quedado cortas. El argumento transcurre en la edad media de la península Ibérica, donde viven mezcladas las tres grandes religiones de la época, y el autor, Frank Baer, aprovecha esta circunstancia para desarrollar su historia a través de tres personajes. Un médico judío, un escudero cristiano y un poeta musulmán. Un triángulo narrativo que acapara diferentes estratos de la sociedad medieval y una cuidada adaptación al entorno histórico donde pululan los personajes de la novela.

El libro se encuentra dividido en tres partes con sus correspondientes capítulos dedicados a cada personaje. Poco a poco nos vemos sumidos en las diferentes situaciones por las que pasan nuestros protagonistas, como interactúan con una buena colección de personajes secundarios y como estos mismos protagonistas llegan a compartir escenario entre ellos mismos. La novela contiene un buen número de personalidades históricas junto a los ficticios creados por su autor. También incluye una pequeña guía de personajes para que el lector no se pierda ante tanto nombre. A mí personalmente no me hizo falta aunque se agradece el detalle. También se tiene la consideración de colocar a los lectores sobre la situación histórica de la época y los hechos más importantes a tener en cuenta en este periodo. Demostrando el trabajo acumulado y la solvencia de la novela. De hecho, el protagonista musulmán, ibn Ammar, es un interesante personaje histórico de la época. Tal vez aquí encontremos un pequeño pero, porque justo después de leer la novela es natural indagar un poco sobre la vida real de ibn Ammar. En un par de biografías más o menos profundas, se da por sentado a un personaje más complicado y ambicioso que la propuesta ficticia del escritor germano  de crear un personaje de notable inteligencia política pero con un tono reservón y servicial hacia su señor. El perfecto héroe literario que nos muestra Baer.

Dejando a un lado las adulaciones al trabajo bien hecho, solo me queda alabar nuevamente la fantástica prosa que contiene El puente de Alcántara y a la seriedad con que se desarrolla tanto la trama como a los personajes. Porque esta es una historia seria sobre la convulsa era medieval y los continuos intereses de reyes, príncipes, comerciantes y mercenarios. Todos quieren sacar partida, extender sus dominios, acumular mayor negocio o simplemente ofrecer servicios guerreros con el noble objetivo del botín. Normalmente a la historia siempre se la juzga por el desarrollo de los hechos más relevantes, batallas, personajes ilustres y grandes conquistas. Esta novela auna todos estos elementos desde el mismo interior de la gesta de la historia. Retrata tan fielmente la vida de los personajes que la gran aventura que va describiendo, hace que el lector se sienta participe de las ambiciones y deseos de nuestros protagonistas. El puente de Alcántara aglutina muchas virtudes, inquietudes personales y grandes ambiciones de poder. El viaje al siglo XI se hace ameno, ilustrativo y lo que es más importante, contiene literatura de la buena, narrando una historia con enormes matices, tanto como somos capaces de adquirir los seres humanos.

La espera ha merecido la pena.

Frank Baer.

Ed. Edhasa.