26 de diciembre de 2013

Tradiciones Navideñas: El roscón de Pyma

El día de los reyes magos acapara numerosos recuerdos personales, cada individuo con los suyos propios, mientras que en mi caso particular será especial por mi hija, aun sabiendo que es todavía muy pequeña con sus 17 meses, ya va siendo una personita donde espero que la alegría que siempre la acompaña aumente con las luces y el entusiasmo paterno. Seguramente seremos sus padres quienes disfruten más dejando los regalos de sus majestades en el zapato que cuando ella descubra los paquetes apostados en el árbol de Navidad. A la espera entonces de poder apreciar la carita de mi bebé, no hay nada mejor que pasar a relatar otra golosa tradición navideña. El clásico roscón de reyes. Volviendo al lado más personal, siempre llevaré en la memoria que el día de reyes conseguía juntar en el desayuno a mis padres y a mis hermanos. Los horarios laborales y estudiantiles hacían bastante difícil compaginar la agenda familiar en este simple acto. Por lógica habría más ocasiones en que mis padres y sus hijos compartiésemos la primera comida del día, como fines de semana, vacaciones, etc. Pero la señalada fecha de desenvolver regalos era perfecto por su carácter festivo y la tonta ilusión del "¿que será?". La jornada continuaba con un estupendo chocolate y su correspondiente porción de roscón. Motivos suficientes para recordar con cierta nostalgia aspectos de mi vida personal y tenerlas reservadas en mi memoria.

Roscón de 2013
Tras abandonar el nido paterno para fundar el mío propio, manifiesto que tengo la intención de continuar con esta tradición con mi mujer, mi hija y mi mascota (aunque a está habrá que buscarle otro tipo de golosina). Para ello no podrá faltar el clásico roscón. Aquí es donde ahora cobra sentido el titulo del post. Obviamente este dulce se vende en multitud de sitios pero en Guadarrama hay una pequeña distinción. El roscón de Pyma puede sonar a simple propaganda o excesivo gusto personal, pero las colas que se acumulan en la pequeña pastelería de la calle San Roque número 29 del municipio madrileño de Guadarrama, dan fe de que somos muchos los que pecamos del trabajo bien hecho. Incluso vecinos de localidades cercanas. El chocolate calentito será el acompañante perfecto para empezar el día de reyes donde espero repetir por muchos años.

 

Mis mejores deseos para 2014.

17 de diciembre de 2013

Ciudadano Kane

Con esta película alcanzo la redonda cifra de la perfección. El simple acto de juntar un palito con el clásico rosco y que suele estar asociado a la excelencia académica. Vamos que tenía preparada que la décima opera prima que expongo en mi blog, desde que me propuse esta tarea, sea considerada como la mejor película de la historia del cine. Ciudadano Kane del genial Orson Welles. Y eso que la historia del cine tiene más de 118 años de historia. Como para ponerse de acuerdo sobre un arte tan amplio y de gustos tan diversos. Convendría matizar que según la revista Sight&Sound, editada por el British Film Institute, Vértigo de
Rosebud
Alfred Hitchcock, ha conseguido destronar la ficticia historia de Charles Foster Kane en ese supuesto listado de las mejores cintas del séptimo arte. Pese a todo, el estreno de Welles ha copado ese podio durante más de cinco décadas. A ver quien es el guapo que discute esto último. Otro matiz importante y que viene a desvirtuar un poco este propósito particular, es la aparición en Italia de la supuesta opera prima real de Orson Welles. Tal hallazgo es tan relevante que deberían corregirse multitud de libros sobre el cine. Ya que siempre se ha considerado a Ciudadano Kane como la primera película de Welles, y encima alzada como la mejor de la historia durante muchísimos años. A pesar de estos hechos, me niego a sacar esta película de mi listado. Tal es la importancia de esta obra que sirve de referente para cualquier supuesto futuro director. Además de que lleva más tiempo considerada como la primera cinta del genial cineasta que como supuesta segundona.


De Ciudadano Kane hay múltiples análisis, opiniones y juicios. Seguramente más relevantes que mi humilde opinión personal. Lo mejor es ser honesto y empezar por exponer que la primera vez que vi esta cinta me aburrí como una ostra, cosas de la adolescencia. El blanco y
"Mis principios"
el negro no compaginaban bien con mi mente juvenil. No obstante, si recuerdo con agrado el uso de los contrastes. La continua forma de oscurecer rostros y el hábil manejo de las sombras en los personajes. De ahí a Nosferatu y mi amor incondicional hacia el expresionismo alemán hubo solo un paso. Pero lo cierto es que esta película apenas me cautivó en un primer visionado. Tuvo que pasar el tiempo para que mi mente fuese aceptando la grandiosidad de una historia memorable y con una estructura tan moderna que sorprendió a sus coetáneos. El argumento narra la ficticia vida de Charles Foster Kane, un rico magnate de la comunicación a través de los relatos de algunos personajes relevantes en su vida. La figura de Kane está claramente relacionada con el también poderoso William Randolph Hearts, personaje real que intentó boicotear el rodaje y su posterior estreno, dando cabida a un encontronazo entre Welles y el propio Hearts que daría suficiente juego y morbo para que se realizase una película, RKO 281 en 1999. 


La película destaca en muchos ámbitos. En primer lugar la estructura del guión. La cinta arranca con la muerte del anciano Kane en su mansión de Xanadu, tras pronunciar la palabra clave, el famoso macguffin de Hitchcock, rosebud antes de morir. Posteriormente se incluye un noticiero documental sobre la vida pública de Kane, su ascensión, vida privada, fracaso político y desmanes varios. El clásico No-Do incrustado dentro del film para situar al espectador sobre la figura principal de la película. Sin embargo el desconocimiento del significado de la palabra rosebud arrastra a un periodista a investigar más a fondo al ilustre personaje fallecido. Inquiriendo un cariz más humano a través de diversas entrevistas con las personas más cercanas a Charles Foster Kane. De este modo la película va saltando del presente a los recuerdos de los entrevistados en orden cronológico. Desde el momento en que Kane es separado de su familia, pasando por adquirir el periódico Inquirer, su intentó de pasar a la política o sus matrimonios frustrados. La historia pasa pues a ser narrada y complementada entre los antiguos colaboradores del personaje principal a través de diferentes saltos en el tiempo, elipsis y anécdotas sobre la fuerte voluntad de Kane. Welles trabajó junto a Herman J. Manckiewicz en el guión, y ambos supieron dotarle de fuerza dramática a través de los continuos reveses y enfrentamientos a los que Kane debe hacer frente. Desde el choque con su tutor/administrador, pasando por la famosa hoja de principios que tanto insiste su amigo Leland en salvaguardar.

Otro aspecto importante es la fotografía, el encuadre y el hábil montaje, seguramente perpetrado y sugerido por el director a quien la productora RKO había dado libertad creativa para esta y otra película. A pesar de la juventud de Welles quien contaba con solo 26 años de edad para entonces. Antes de este filme, Orson Welles colaboró con Greg Tolland en la cinta recién descubierta. Fue una suerte que este hombre comprendiese y se arriesgase con
las continuas indicaciones del joven director, sobre todo al exprimir los contrastes y de dotarles de significado, aparte del poderío visual que otorga el blanco y el negro. Los amplios encuadres utilizados con grandes angulares proporcionan una profundidad que magnifican la escena que estamos contemplando. Incrementando el campo de visión y dotando de importancia al personaje colocado en primer plano frente al sugerente escenario donde se encuentre. La interpretación de los personajes sobresalen sobre todo por las caracterizaciones, siendo ellos mismos quienes se representan a lo largo de los años narrados en el filme. Destaca el acaparador Welles en el papel protagonista, con una sensación paralela de asociar su poderío su físico con la resuelta faceta impertinente del propio Kane. Una personalidad tan exagerada que le lleva a transformarse en un verdadero tirano. Se podría incluso apelar que termina siendo un dictador, un fascista que tiene la obligación de imponer su voluntad sobre los demás. De ahí el cambio inicial, cuando el propio Kane se ve así mismo con la necesidad de emprender su particular cruzada en defensa de los más desfavorecidos. Proponiéndose como el salvador de la gente honrada y trabajadora frente a los abusos de los poderosos. Creo que el nazismo también empezó con un discurso similar. Y la similitud es que Kane termina por llevar a cabo sus deseos por encima de la cordura, la lógica o el sentido común, para ese objetivo este megalómano tenía dinero para aburrir.



Los secundarios aumentan el resultado final, incluidas algunas apariciones tan escasas como Ray Collins, dando vida a Jim Gettys, el adversario político de Kane. Para acabar esta reseña nada mejor que volver al enigma del significado de la palabra rosebud, capullo en inglés. Desconocida para los habitantes de la película mientras que los espectadores conocen la ubicación del dibujo y la palabra en el trineo del joven Kane. ¿Una presumible falta de amor maternal? o como bien dice el periodista. "Una palabra no define una vida entera". A estas alturas que cada cual escoja su versión. Ciudadano Kane continua siendo un poderoso ejercicio visual con una gran historia detrás, sin necesidad de intentar destripar el supuesto macguffin, ni de intentar hallar una explicación a una simple palabra frente al conjunto de una obra imprescindible. 

Ciudadano Kane de Orson Welles
1941

11 de diciembre de 2013

El hobbit. Un viaje inesperado

Escribo estas líneas a principios de febrero. Mientras que su publicación en el blog será por diciembre de 2013, un acto previo al estreno de la segunda parte cinematográfica de El hobbit. Con el título de La desolación de Smaug. Como ya hice con la lectura del libro en 2012. Es posible que vuelva a ver esta película antes de acudir a contemplar la continuación de las aventuras de Bilbo y la compañía de enanos liderada por Thorin. Pero aprovecho el reciente visionado en 3D y los famosos 48 fps para desahogarme ante la nueva incursión de Peter Jackson en la Tierra Media. Y así cojo algo de fuerzas para intentar no dar portazo a esta nueva saga fílmica. Tan de moda últimamente en Hollywood.

Entrada y gafa 3D
Un viaje inesperado es una correcta película de aventuras que, sin embargo, no cumple ni con las expectativas creadas por un público fiel, deseoso de revivir la acertada adaptación anterior, ni con aquellas personas que ignoraban el mundo tolkiniano y que sin embargo disfrutaron de la magna trilogía de El señor de los anillos. Jackson ha perdido fluidez y ritmo, mantiene cierta intensidad y sentido épico pero el coctel le sale rana en una alargada película de casi tres horas de duración. Y con el metraje no pretendo sumarme al amplio volumen de críticas sobre la realización de una trilogía basado en un libro bastante corto, aun menos con el único pretexto de hacer caja, que también, porque el cine además de ser arte es negocio.

Si Jackson y sus compinches pretenden sacar tajada, lo mínimo exigible es que se ofrezca algo que merezca la pena. Y como la película es una ADAPTACIÓN puede incluir los cambios oportunos que le permitan aumentar el interés de la historia que está narrando. Cuando me leí el libro, me percaté de que la novela apuntaba muchas ideas sin desarrollar. Un ejemplo que seguro aparece en esta segunda cinta es la del personaje de Bardo. ¿Nadie protesta porque Bardo, el descendiente de los dirigentes de la ciudad del lago, apenas tenga el protagonismo que se merece en la propia novela? ¿Acaso este demérito de Tolkien no es un acierto de Jackson? Pues sí, lo es. El director suma personajes y los complementa en la historia que él nos narra en cine. Como la figura de Azog, el líder orco como principal enemigo de Thorin. Un notable acierto por parte de los guionistas de colocar la antítesis del héroe desde el principio. Sumando así una complicación más a las que se enfrentará la compañía camino de Erebor. 

Ehh, que si voy¡¡¡¡
Otro acierto de esta nueva trilogía es la introducción de la subtrama del Nigromante; en parte se hace de forma tosca y alargada en forma de bronca al mago gris, en esa extraña secuencia de cameos con Cate Blanchett y Christopher Lee, pero es un buen apoyo hacia donde apunta esta nueva saga en su tercera parte. También me gustaría destacar la personalidad de Thorin como algo positivo, el personaje transmite cierta arrogancia propia de hijo de reyes con la soberbia y cabezonería de la raza de los enanos. Incluso la probada desconfianza hacia Gandalf sobre los métodos y el rumbo a seguir. Una vez terminada está breve colección de loas y algunas consideraciones sobre la libertad que todo autor merece en esta adaptación; toca ponerse serio y sintetizar en una sola palabra la sensación que me produjo la cinta en muchos pasajes. Aburrimiento. Pues sí, aun viendo y valorando algunas virtudes, el conjunto de la película no alcanza ni la intensidad ni el interés necesario para dejarnos sentados en la butaca durante casi tres horas. Si en la anterior trilogía nos regalaron, previo pago, las versiones extendidas, en esta ocasión, espero que algún montador con cierta habilidad para el recorte meta la tijera a esta representación circense del más difícil todavía.

¿Éso es un ladrón?
Jackson se empecina en alargar secuencias sin alma o exagerar en demasía la dificultad del viaje. ¿Era necesario mostrar la habilidad virtual de los responsables de efectos especiales en el combate de las colosales rocas??? ¿Aporta algo, salvo hiperbolizar los peligros de la Tierra Media? Otro aspecto exagerado es la huida del interior de la montaña con cientos de trasgos persiguiendo a los enanos. Es el divertido momento de adaptar los famosos videojuegos de plataformas al cine. ¿Se acuerdan de Sonic y su velocidad? Pues aquí se confunde con el famoso tocino al acelerar la persecución, saltando puentes de madera, eliminando adversarios con los ítems que van recogiendo, cayendo cientos de metros para supuestamente adentrarnos en la vorágine de la epopeya. Esta claro que
la introducción del Anillo Único pedía su parte de protagonismo pero falta algo, tal vez la muerte de algún enano para aumentar el drama en un momento de bajón sentimental frente a tantas peripecias, aunque hubiera sido una herejía cambiar esa parte del libro para algunos puritanos. En cambio continuamos con más persecuciones y más correrías que llegan hasta el quinto pino. Literalmente.
 

Me estoy extendiendo, y no es normal aunque mi nivel de frikismo lo exija. El 3D sigue siendo una molestia cuando el estilo videoclipero campea a sus anchas en las batallas. Tanto movimiento brusco me incomoda aunque su finalidad siempre sea otra. Cuanto hecho de menos las trabajadas coreografías o el hábil montaje sobre los bandazos de cámaras. En cuanto a los 48 fps.... pues ni fu ni fa. Mi miopía y la leve oscuridad que aportan las gafas tridimensionales eclipsaron algo ese leve y extraño movimiento del principio. Pasados unos minutos me olvidé de la velocidad de grabación hasta bien avanzado el filme. Poca sensación en este primer pase del que solo la sabiduría del tiempo sabrá colocar en su debido lugar.


¿Qué tengo en mi bolsillo? Bilbo Bolson


4 de diciembre de 2013

Obsesión, de Elfriede Jelinek

Normalmente cuando se acaba una lectura persiste una leve sensación del deber cumplido. Satisfacción si el libro lo merece o la simple certeza de llegar al fin del trayecto. En otras ocasiones, más concretas, terminar un libro se convierte en un alivio. Como en esta ocasión, donde ha cabido la posibilidad de mandar al garete esta obra, Obsesión, de la escritora austríaca Elfriede Jelinek. Un libro tan difícil de seguir, que no tengo reparos en reconocer que me ha tocado retroceder líneas y algunas páginas para intentar entender de qué diablos me está hablando esta buena mujer. Dudo incluso si catalogar la lectura completa como una victoria, por mi tenaz constancia al concluir las 413 páginas de esta edición, o más bien como una derrota, porque seguramente me haya enterado, como dice el refrán, de misa la mitad. Y es que no es nada sencillo seguir y asimilar la verborrea constante de la autora, que mezcla el supuesto argumento principal de la novela, donde un atractivo hombre adulto se dedica a conquistar a mujeres maduras y solas para poder sonsacarlas sus bienes; con las propias alusiones personales de la autora sobre la Austria contemporánea. 

Hay pasajes donde la escritora concede mayor tiempo a la descripción de esa
historia interesada y sexual, siguiendo un cierto orden cronológico con algunos matices que saltan en el tiempo según le venga en gana. Y por supuesto, aportando su punto de vista, haciéndose pasar por una especie de narradora que transmite el argumento o simplemente metiendo baza desde su particular púlpito sobre lo que concierne a esta historia. Pero a esta pregonera de fatalidades, no le tiembla la voz en poner de vuelta y media al país donde reside: Austria. El supuesto y apacible estado alpino, que esconde las mismas calamidades que sus vecinos europeos, es duramente tratado por Jelinek a través de varios temas tan actuales como el medio ambiente, la corrupción política, la inmigración y las relaciones entre hombres y mujeres. Una crítica que podemos extrapolarla a la sociedad occidental en un ajustado ejercicio de describir el mundo que la rodea. La novela data de 2005, poco después de llegar al poder político, Jörg Haider, el líder de una formación de ultraderecha que avergonzó a media Europa, menos a los alegres votantes austriacos. Este hecho es inevitablemente requerido por la escritora en sus aparentes alegatos dentro de la obra. Citando al político en diversas ocasiones a lo largo de su libro entre otras peroratas personales sobre la susodicha sociedad austriaca.

..., y nos ha faltado tiempo para entregarnos a un nuevo Führer, voluntariamente, como si tuviésemos un año y medio de edad como mucho y no pudiésemos entender lo que nos dice. Como si no hubiese pasado nunca nada

Las inclusiones personales son una constante a lo largo de todo el libro, disimuladas en algunos momentos por la supuesta historia que nos esta narrando; recuerden, la del tipo que abre piernas femeninas y libretas de ahorro; adornado bajo las reflexiones y discursos de la autora.
 
Un ejemplo bastante extenso, es el supuesto alegato medioambiental de las montañas huecas, el turismo exagerado o la contaminación de las aguas para enlazarla con un tramo importante de la historia, en teoría principal aunque en ocasiones parezca el adorno de esta señora en cabreo constante. La narración a veces se enroca con el panfleto de turno, en una ida y vuelta de ideas que a veces exaspera y en otras engancha, por la deslenguada facilidad lingüística de Jelinek. La verborrea de la austríaca es tan directa que parece que nos lo está soltando en vivo, y en ocasiones hasta se corrige a sí misma.

 ¡Por Dios, qué mal ha quedado! Y encima es una repetición. Perdón, a menudo no me sigo a mí misma.

 Mientras que en otras se interrumpe para dirigirse directamente al lector.

No sé hacerlo mejor. Por lo menos levántese en silencio y váyanse a casa, allí seguro que habrá algún libro que lo haga mejor.

Superado el trance de si la narradora ha olvidado el uso de los puntos y aparte, queda un libro complejo y con pocas probabilidades de ser recomendado. Al principio, la lectura es bastante fatigosa, solo con paciencia uno termina por aclimatarse a esta lacerante forma de escritura, y maldita la gracia, incluso descubrir que hay tramos en los que se disfruta de ella. Sin embargo, el esfuerzo que requiere se me hace agotador, aunque reconozca el talento de esta señora para encadenar palabras y mejores ideas. Obsesión es un exabrupto perpetuo de la mente de Jelinek sobre la sociedad donde vive, sobre su país y sobre todos los generalistas que encadenan al mundo occidental a los simples datos que rigen nuestra vida.



El gendarme no cree en la leyenda que dice que, cuando uno mata a seres humanos, éstos vuelven como seres perdidos, pues, según dicen, la muerte no tolera que alguien se anticipe a sus planes.

Elfriede Jelinek
Ed. El Aleph

21 de noviembre de 2013

La noche del cazador

Pocas películas representan una posición tan drástica como La noche del cazador. El estreno de este film en 1955 supuso un notable fracaso de público y crítica. Tantos palos recibió, que su debutante director, el actor Charles Laughton, decidió no volver a ponerse detrás de las cámaras nunca más. Y eso que ya habia empezado a trabajar en una adaptación de una obra de Norman Mailer, Los desnudos y los muertos. Sin embargo, el tiempo sanador ha sabido rescatar esta enorme injusticia fílmica, colocando a esta icónica película en el lugar que le corresponde en la historia del cine. Dentro de la selecta selección de obras imprescindibles por ver, al menos una vez en la vida. La cinta narra, de manera sencilla, un cuento infantil basado libremente en una historia real sobre un hombre que buscaba beneficio económico a través de mujeres solas o viudas en una dura época de la sociedad americana, la denominada como Gran Depresión. 

Laughton coloca esta historia en algún rincón perdido de América, donde muchos vendemotos harían de las suyas en esa época tan difícil. Puesto el rural escenario, el director despliega en los diferentes personajes los paralelismos con los cuentos infantiles, otorgando a los niños John y Pearl, el protagonismo vehicular de la película, aunque la figura principal resida en el predicador Harry Powell, fabuloso personaje que olerá el rastro del botín que el padre de las criaturas ha sabido ocultar a las autoridades policiales tras cometer un robo con asesinato. Este hecho delictivo le llevará a conocer las apreturas de la soga dejando atrás mujer e hijos. De este modo, el predicador inicia a cabo su plan de rebuscar el dinero perdido. Encarnando la vilipendiada figura en los cuentos infantiles del padrastro. Los niños por su parte intentarán salvaguardar su tesoro de las garras del malvado, primero con la débil pantalla protectora de su madre, para emprender después la típica huida a través del bosque y sortear los peligros que encierra la noche. La aparición de la supuesta hada madrina será el contrapunto necesario para enfrentarse al particular lobo u ogro de la función, en esta gran película repleta de lazos con los terrores infantiles.


El acierto de Laughton consiste en exponer su particular cuento desde un angulo distinto a la narración habitual, dando más importancia al aspecto visual y llenar la imagen de contrastes con tantos juegos de luces que es una obviedad hablar de la influencia del expresionismo alemán. El maravilloso género donde las siluetas cobran vida e impresionan con sus sugerentes matices. Son significativos grandes planos abiertos en estancias cerradas, donde se quiere dar importancia al teatralizado centro de la imagen. Algunas secuencias achican la personalidad, como la habitación del recién estrenado matrimonio, donde la madre descubre estar encerrada en su propia desdicha junto a su ejecutor, o la simple bailarina del inicio del filme, observada con repulsa por el falso predicador que no puede ocultar su disgusto moral en su simbólico falo navajero. 


¿Dónde esta el dinero chico?
El citado juego de sombras remarca la aparición del monstruo, ya sea a la luz de un farol o recortado por el horizonte nocturno. Un personaje que encara la maldad frente a la luz y esperanza que emanan los niños. Dispuestos incluso a perdonar cuando repiten la misma experiencia de la perdida paterna. La luz y la oscuridad no dejan de ser una dualidad contrastada, como las tatuadas palabras de love y hate en los nudillos del predicador. Demostración palpable de la victoria del amor sobre el odio que arrastra el personaje interpretado por Robert Mitchum. Un malvado que no deja de ser uno de los personajes cinematográficos más celebres. La música es otra parte importante del filme, no solo la banda sonora sino también ese canto melódico que se repite constantemente para alertar al espectador. La noche del cazador es una bella película que ataja el paso del tiempo visualmente mejor que otras obras más contemporáneas. Una delicia que encierra multitud de imágenes poéticas e impactantes sin necesidad de recurrir a las sombras para conmover. Pocas veces se ha visto una sirena varada en el fondo del río tan espeluznante. Tan doloroso como la frágil desaparición de la madre. Que pena que Charles Laughton no continuara con esta faceta. Que posible grande se perdió. 


La noche del cazador de Charles Laughton
1955

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Curiosea 
Reportaje Días de cine

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14 de noviembre de 2013

XXXVII Media Maratón de Moratalaz

Al fin puedo escribir sobre mi debut en la media distancia tras participar, el pasado domingo 10 de noviembre, en la prueba organizada por la Asociación de Atletismo de Moratalaz. Una carrera popular que cumple 37 ediciones de historia. Una buena cifra que suma el aliciente de ser la media maratón más antigua de Madrid, añadiendo un toque simbólico a mi estreno en los 21.097 metros. De todos modos tenía una pequeña mosca en la oreja tras haber leído algunas reflexiones de corredores en distintos blogs sobre la organización de la misma, donde resaltaban algunas cuestiones mejorables. Tras acabar mi participación, tal vez solo pueda añadir la falta de algún elemento solido para los corredores al finalizar la carrera, agua y el prometido caldo hubo en abundancia, pero algo más pesado para el estomago si que hubiera sido necesario. La señalización me pareció correcta y muy agradable la tarea de voluntarios, mayormente chavales que seguramente sean jóvenes miembros del club.
La carrera tuvo su gracia porque no puedo resistirme a narrar ciertos momentos previos que aderezaron una pizca el transcurso previo. En primer lugar el boicot sufrido, por parte de las muelas de mi hija, la noche anterior para evitar que tuviera el descanso necesario. Otro incidente fue un leve despiste por Madrid que me llevó a perder algo de tiempo cuando me dirigía en coche hasta Moratalaz, llegando con el tiempo justo para calentar mientras corría buscando la línea de salida. Bendito el día que se me ocurrió recoger antes el dorsal. Ya metido en la concurrencia deportiva intenté activar la app de Endomondo para evaluar mi carrera personal. Como la señal de GPS se niega a aparecer comienzo a trotar con el maldito cacharro entre las manos mientras considero guardarlo en el bolsillo o estrellarlo en la acera más próxima. Tras usar el infalible truco informático de "ha probado a apagar y volver a encender", me dedicó a correr por las calles de esta barriada madrileña, que para eso nos hemos levantado un domingo a las 7 de la mañana. Paseo al perro y cambio de pañales incluido. Hete aquí que alrededor del Km 3 un bicho volador insiste en okupar mi ojo izquierdo, replanteándome seriamente si pararme a pensar con que pie me había levantado, o mejor dicho, acostado.

Superado el momento del guiño constante por fin puedo dedicarme a levantar los pies del suelo de manera continua y disfrutar algo del sinuoso recorrido que plantea la carrera. Mientras me voy acomodando escucho a un grupo de corredores que llevan un ritmo ligeramente superior a los 5 minutos el kilometro. Como me veo cómodo a ese ritmo decido unirme a ese grupete de amigos que corren juntos mientras sueltan alguna que otra chanza a los policías municipales que regulan el tráfico. Al llegar a un tramo de ascensión superamos a un corredor que va haciendo marcha, realmente llamativo con ese singular aleteo de brazos y que me llama muchísimo la atención. Alrededor del km 8 decido aventurarme hacia adelante pues evalúo que puedo ir algo más rápido. Sé que debería reservar por todo lo que queda, pero también siento la necesidad de comprobar mi propio esfuerzo y abandono hasta ese momento a mis compañeros de carrera. Antes de alcanzar el desvío para las carreras de 10Ks y 21Ks, nos cruzamos con la cabeza de carrera que ya lleva un buen tramo de la segunda vuelta. Oscar del Barrio se llama el abusón que lleva ganando esta Media de manera consecutiva desde 2006. Bravo por él, claro está verle además con esa zancada tan alegre.

Tras superar los primeros 10Ks volvemos al inicio de la prueba para repetir el recorrido. En estos momentos voy trotando bastante bien y a pesar de que el circuito invita a algunos a recortar algo por isletas o aceras yo continuo fiel al trazado marcado, que para eso me he apuntado a una media maratón y no a atajar por aquí o por allá. Continuo a un ritmo constante y al volver a la cuesta, donde antes me encontré al marchador, sigo superando poco a poco a algunos corredores, una pareja vestidos igual de algún club, un tipo con melena, otro con llamativa camiseta verde,... así hasta que enfilamos la larga avenida de Fuente
Aireando el cansancio
Carrantona que también tiende en suave ascensión. En este tramo comienzo a notar cierta pesadez en las piernas mientras busco cobijo detrás de un tipo grandote para protegerme del viento que acecha en ese amplio espacio. Otro con pañuelo en la cabeza acompaña al grandote. A mitad de la avenida decido alargar la zancada para obligar a las piernas a un ultimo esfuerzo porque ya queda poco, intentando también espabilarlas de la rigidez que van adquiriendo. Sin embargo al girar hacia la derecha toca un tramo de bajada y noto como las piernas empiezan a endurecerse. Estoy alrededor del km 18 y comienzo a calibrar como llegar a meta sin mayores complicaciones. Enseguida me superan el grandote y el del pañuelo, poco después los citados anteriormente, el de la melena, el de la camiseta verde, los del club, etc.

Y eso que ya estoy camino de la pista de atletismo donde culmina la carrera. Pero aun queda un regalo en forma de subida final que termina el proceso de transformación de mis piernas en bloques de hormigón. Cielos, se mueven por pura inercia!!!. Más corredores me superan antes de bajar hasta la entrada del estadio donde se agradece notablemente el cambio de pisado, entre la dureza del asfalto y el suave tránsito del tartán. Tristemente, enseguida saltamos del rojizo artificial al verde campo interior, donde la flaqueza de piernas se multiplica debido al irregular terreno del césped. Mi cabeza aun está dándole vueltas a este asunto insustancial cuando cruzó la línea meta, dolor de piernas incluido y sin la chispa necesaria para volver la cabeza para mirar el tiempo realizado. Estoy tan renqueante que buscó un poco de espacio libre para poder estirar bien a gusto y recuperar el resuello. Adquiero algo de agua y del supuesto famoso caldo de la prueba. Noto en falta eso si algún tipo de alimento solido, algo de fruta o simple barrita que rellene algo las fuerzas gastadas. En un momento dado miro sobre la meta para ver el tiempo que marca, va por la hora con 46 minutos largos. Mientras me siento un momento empiezo a sentir cierta satisfacción personal. El objetivo básico de acabar se ha cumplido con creces y con un tiempo que ni me esperaba. A ojo me daba con un canto en los dientes si bajaba de la hora 50 minutos. Sobre todo tras constatar por experiencias ajenas el recorrido rompepiernas del circuito.

Finalmente el tiempo final fue de 1:43:58". Un buen tiempo para mi estreno en esta media que arrastra otro problema constatado en diferentes blogs en ediciones pasadas. La distancia final parece ser que no llega a los 21.097 metros reglamentarios, faltando alrededor de unos 300 metros. Matices importantes para unos, banales para otros. Particularmente me gustaría que la distancia final fuese la más certera posible, aunque tampoco voy a ser tan puritano siendo un recién llegado a este simple juego de ponerse a correr en mallas. Me quedo con la satisfacción personal de acabar en este trazado, que sin tener grandes desniveles, si contiene varios tramos de subidas y bajadas.


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AA Moratalaz



17 de octubre de 2013

Los 400 golpes


En 1959 se estrenaba en la dirección un tipo llamado Francois Truffaut con una película que con el tiempo se ha convertido en parte del génesis de la denominada Nouvelle Vague, una importante corriente cinematográfica que aglutinó a diversos directores franceses, y con un fuerte impacto posterior en todo el cine europeo. Los 400 golpes proporcionó además el premio a mejor director en el festival de Cannes al debutante Truffaut. Logrando de este modo cierta repercusión cinematográfica con su ópera prima. También en este festival se estrenó Hiroshima, Mom amour, de Alain Resnais. La otra película de referencia en el nacimiento de esta nueva ola a pesar del desconocimiento personal entre ambos directores.


Identidad

La película narra la deriva de su protagonista, el joven Antoine Doniel, hacia el conflicto, el desapego y a un empujón forzado hacia la madurez de un chico que soporta su propia indisciplina junto a la complicidad familiar y la social. El joven protagonista es un muchacho sin suerte en el colegio, donde un severo profesor intenta ejercer un férreo control entre su alumnado. Tampoco la diosa fortuna le sonríe en otro frente, el ambiente familiar, en especial a una madre presentada como el primer atisbo de inestabilidad y a un supuesto padre más conciliador con su retoño. Sin embargo la vida encierra algunas zancadillas que pueden provocar una serie de caídas sino se cuenta con el apoyo necesario, tanto para no caer como para poder levantarse de nuevo. Más o menos de eso trata Los 400 golpes, canalizados en el joven protagonista, quien encadena una serie de continuos reveses de la vida que su precoz mente apenas puede ubicar en la dirección correcta. La película tiene la facultad de arrancar en el momento justo, cuando la vida del Doniel va a cambiar considerablemente, al transformarse en un buscavidas y tratado como un adulto pese a su corta edad. A lo largo del metraje aparecen otros matices importantes que han sido omitidos en el arranque, información importante y que aparece con cuentagotas para obligar al espectador a participar en la historia que nos propone Truffaut.

Obviamente se nos sitúa del lado del joven protagonista para acompañarle sobre las decisiones que va tomando, según van apareciendo los escollos a superar. Normalmente yerra en sus propósitos con la particularidad infantil de no hallar la
ayuda externa que le lleve a la senda correcta. Doniel intenta mejorar por su propio pie, pero sus pasos están previamente marcados por el ciego mundo de los adultos que apenas pueden valorar lo que ven delante. Todos hemos sido niños alguna vez y quien más, quien menos, ha sufrido alguna injusticia por parte de los adultos, reacios a reconocer un error propio o previamente posicionados frente a la caprichosa o fantasiosa mente infantil. Doniel se ve incapaz, por ejemplo, de delatar a su propia madre cuando la sorprende con el hombre equivocado. Tampoco le será fácil manejarse en su intento de madurar y ganarse la vida por su cuenta. A fin de cuentas no deja de ser un niño que roba algo tan básico como una botella de leche. Y todo ello pese a contar con la inestimable ayuda de su amigo René, el meritorio y ejemplar escudero de nuestro héroe, un niño rico en lo material pero tan perdido y abandonado por sus padres como la casona o la vieja imprenta donde pretende ocultar a su amigo. La amistad entre ambos es al menos la llama de la esperanza que muestra Truffaut en su denuncia social de mostrar el camino perdido de cierta generación de jóvenes franceses.

La película cuenta con ciertas dosis de autobiografía, Truffaut también tuvo una infancia compleja y fue criado mayormente por su abuela, igual que el protagonista de su cinta. Dejando a un lado los paralelismos personales que puedan tener su importancia, aunque tampoco es necesario conocer estos detalles para el público en general. Los 400 golpes han hecho mella en Doniel, al personaje principal solo le queda cumplir sus pequeños sueños tras ver como se le van cerrando puertas continuamente. Para ello nada mejor que echarse a la carrera para avanzar y dejar atrás los vaivenes del pasado. El futuro del protagonista se presenta tan frágil como las huellas en el mar. Aunque sea sencillo por algo se empieza, y ese tal vez sea el mejor rumbo.  

 

Los 400 golpes de Francois Truffaut

1959

3 de octubre de 2013

Muerte en la rectoria

El debut en la escritura de Michael Innes tiene una curiosa historia paralela, ya que el autor fue desarrollando esta obra durante el amable trayecto entre la ciudad inglesa de Liverpool y la australiana de Adelaida. Un extenso peregrinaje a través de los rápidos medios de transporte de principios del siglo XX. Esta particular odisea permitió al antiguo profesor plantear una trama policíaca clásica. Un asesinato que se lleva a cabo en extrañas circunstancias dentro de un ambiente cerrado, donde los sospechosos esconden y plantean diferentes enigmas para que el necesario inspector, de pensamiento clarividente, resuelva el entramado de pistas falsas y verdaderas. Nada relevante contiene Muerte en la rectoría, salvo el buen gusto de la escritura británica que suele acompañar a este tipo de obras. Innes no se queda atrás respecto a otros autores similares en temática, la mas conocida sin duda la de Agatha Christie, pero su modélico libro del género apenas aporta un leve detalle que lo diferencie de otros sagaces inspectores. El protagonista es el inspector de Scotland Yard, Mr. Appleby, quien sigue los cánones clásicos del investigador particular que prefiere utilizar la psicología para hallar al culpable.

El soso protagonista perspicaz que plantea Innes, será superado por unos oponentes más atractivos desde el punto de vista novelesco. Básicamente en los matices que enriquecen a los personajes, estos matices se encuentran más ubicados en el resto del plantel que en el joven inspector de policía. De este modo Appleby se convierte en un simple narrador omnisciente que nos traslada al lugar de los hechos, le acompañamos en su investigación y de vez en cuando nos suelta algún chascarrillo que ameniza la lectura. Pero nada de profundidad, ni de conocimiento del protagonista mismo. Tampoco destaca este aspecto en novelas similares pero, para ser el protagonista, no estaría de más indagar en motivaciones más personales o interiores del mismo. 

La clásica estructura cerrada se encuentra ambientada en la ficticia facultad de San Antonio, donde todo parece indicar que alguno de sus insignes profesores puede ser el asesino del rector. La batalla esta planteada, Appleby se verá obligado a participar en diversos combates dialécticos donde la inteligencia de los profesores tendrá que ser respondida de igual forma por el agente de policía. En este caso el apartado más destacado del libro sea la inclusión del profesor Gott, donde se propone además que es un afamado escritor de novelas policíacas y que utiliza un seudónimo para proteger su perfil profesional. La inclusión de este personaje se contrapone con la supuesta "realidad" del crimen cometido en la facultad y claro está, se comparan ambos universos para intentar reforzar la realidad descrita por Innes frente a las propuestas ficticias de Gott en su intento de ayudar al inspector.  

La novela podría ser catalogada como entretenida y recomendada para incondicionales del género. Ofrece lo que es, una complicada investigación donde se acumula tal cantidad de datos que exaspera enumerarlos, o siquiera intentar deducir y discernir cuales pistas son falsas, verdaderas, inútiles o llevadas al estúpido azar. No importa, el autor ya tenía previsto la solución en un estrambótico final con el único propósito de sorprender al lector con fuegos de artificio. Es el único fin, tanta historia y tanto rollo para que todo se resuelva a través de la exposición del investigador, el mesías policíaco que hallará la luz en la tiniebla más espesa entre las declaraciones de los sospechosos. Novedoso el final no es desde luego. ¿Acaso este tipo de novelas no pueden salir de este clásico marco de resolución del caso? 

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"Señor rector, puede usted felicitarse de que se necesiten dos para realizar un asesinato, porque es usted una víctima ideal". Después de escuchar esta declaración, Slotwiner se retiró al antecomedor llevándose las tostadas con mantequilla. Appleby se preguntó si se las habría comido.


Muerte en la rectoría
Michael Innes
Ed. El País. Serie Negra

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Agatha Christie
 

25 de septiembre de 2013

XXXIV Pedestre Popular de Guadarrama

Segunda participación consecutiva en la pedestre de Guadarrama, una prueba deportiva que cumple ediciones al mismo paso que yo sumo años. Para la futura 2014 ambos entraremos en la sección de veteranos, manda narices, esperemos poder participar de todos modos. La carrera de este año me ha dejado un extraño sabor agridulce ya que las sensaciones de la misma no han sido las mejores. Para esta ocasión contaba con la compañía de mi primo Alejandro, quien venía de debutar en los 21Ks deValladolid el domingo anterior. Con 161 inscritos y cambio de horario de la carrera a por la tarde, me planto a las 19 horas en la salida con la firme intención de rebajar el tiempo del año anterior. Empujado por mi primo, nos colocamos algo más avanzados de lo que me suele gustar. Una vez dada la salida Alex sale como un maldito Sputnik, quien sabe hacia donde, y por un instante intento seguir su estela pero rápidamente corrijo el intento para buscar mi propio ritmo. Poco a poco el grupo de corredores se va estirando y llegamos al primer kilómetro donde empiezo a notar una molestia en el bajo vientre, no es flato pero este leve dolor me obliga a bajar algo el ritmo mientras los corredores que me rodean se van yendo poco a poco. Entro en la fase agría.


Los primos
Como estamos casi al principio intento centrarme y regular para ver si desaparece, pero de aquí a final de carrera la comedura de tarro es casi constante, obviando algo tan importante como "disfrutar" de la carrera. Alrededor del Km 3 se pasa por meta y el recorrido busca un largo tramo de tierra. En esta parte parece que me voy encontrando algo mejor donde incluso alcanzo a un tipo que previamente me había superado. Sin embargo vuelven las malditas molestias y, aunque aguanto en un grupete un rato, nuevamente me veo en la necesidad de aflojar antes de salir del tramo de tierra. Ya en el asfalto se desciende hacia el pueblo pasando por encima de un puente peatonal y dos rectas antes del final. Pero mi cabeza ya no estaba donde debía, apenas queda el ultimo Km y tengo la idea clavada de que voy fatal, vacío y con ganas de terminar cuanto antes. En los últimos metros ni sprinto a los corredores que osan adelantar un mísero puesto, paso de todo, estoy cabreado y en nada ayuda esa pequeña ratonera que la organización ha colocado tras la meta para que los participantes se sienten en los bancos y aligeremos en la devolución de los malditos chips. Que enfado más tonto, ni me siento. Necesito espacio para aligerar las piernas, aire y a desahogar la cabeza en un rincón de la plaza mayor. Al rato vienen unos amigos con su buena intención de felicitarme, también mi pareja Cris, que me animaba en la meta. Toca lo dulce.

Estos amigos me indican que el speaker ha dicho algo sobre que la carrera lleva 39 minutos, mi cara de sorpresa debía ser mayúscula, ya que tiene pinta de que he hecho mejor tiempo que el año anterior. Alejandro aparece algo jodido, reconociendo que no tendría que haber salido tan a saco. Seguro que habría acabado mejor si hubiera regulado algo. También me dice que tiene un mensaje en el móvil del tiempo realizado. Busco el mío donde compruebo un tiempo provisional de 37:43. Me quedo un poco en blanco, como buscando una explicación lógica al rebajar unos tres minutos la marca del año anterior. Más si el año anterior acabé mucho más contento que en esta edición. Tampoco es que importen mucho los tiempos pero todos tenemos algo de amor propio y gusta ver que uno se ha superado así mismo. Relajado posteriormente de la carrera, estos simples datos sirven para hacer algo de autocrítica y aprender de la experiencia vivida. El cierto cabreo personal, por las malas sensaciones, se ha apaciguado algo al constatar que a pesar del molesto dolor, los entrenamientos previos han servido para asentar cierta base. Si al final me planteo distancias más largas y exigentes, debo aprender a tranquilizarme, ralentizar más el ritmo si es necesario y a usar mejor el coco en lugar de estar dándole vueltas todo el rato al supuesto motivo de las molestias. Maldito cabezón. Hasta la próxima carrera.

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Atletismo Guadarrama



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Pedestre 2017 

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Pedestre 2012

18 de septiembre de 2013

Retiro Run

Uno de esos pequeños y tontos placeres con los que se conforma uno, es cuando hace algo que le gusta, y encima lo realiza dentro de un lugar simbólico que le otorga un mayor interés personal. Correr por el parque de El Retiro no es nada extraordinario si vives en Madrid o si se acude a participar en alguna prueba deportiva de la capital, pero para alguien que lleva trabajando en Madrid siete años, hacerlo por primera vez tiene algo de sentimiento. Una mayoría de personas asocia Central Park con Nueva York y también asociamos a ese cinematográfico parque con el running. En Madrid hay muchos lugares donde ir a corrotear pero el susodicho parque de El Retiro es sin duda el más reconocible y popular. Cada gran urbe tiene su encanto y más aun en esta época llena de matices personales que rellenan blogs, caralibros y demás redes sociales. 

Convertir esa notable sensación en una costumbre diaria me sirve para hacer un pequeño resumen a mi abandonado plano deportivo. El pasado 16 de junio volvía

nuevamente acoger el hábito de salir a correr de manera más habitual, aprovechando el mayor número de horas de luz, además de las cercanas vacaciones para tener encima aun más tiempo. De este modo calibré la posibilidad de proponerme algún reto de mayor envergadura e imponerme un calendario de entrenamientos. En primer lugar quería disfrutar y repetir en el duathlon de Alpedrete, donde incluso parecía que íbamos a juntarnos unos cuantos amiguetes. Finalmente un viaje familiar a ultima hora trastocó mis planes iniciales. También me planteé debutar en la media distancia de la maratón como previo paso a saltos más ambiciosos, básicamente continuar entrenando y realizar alguna media más para ver como reaccionaba mi cuerpo antes de intentar abarcar la mítica cifra de los 42.195 metros. Incluso había escogido debutar en los 21Ks en la pequeña localidad segoviana de Cantalejo. Eligiendo como base un lugar más bien humilde ante cimas más ambiciosas. Nuevamente el destino ha echado abajo el plan previsto al cancelarse la prueba. 

Sin embargo lo importante es la constancia y no dejarse caer en la vagueza. Para recuperar algo el animo voy a volver a participar en la Pedestre Popular de Guadarrama el próximo 21 de septiembre  así me quito el escaso mono de competición que queda tras el verano. Para terminar en positivo nada mejor que volver al título de la entrada. El nuevo plan es aprovechar ese largo espacio de tiempo libre del que dispongo en el trabajo para disfrutar de una hora diaria corriendo por Madrid y continuar poniendo a punto el motor. Ya tengo el tiempo, el polideportivo cerca del trabajo y el parque de El Retiro a un kilómetro de distancia. El conocido parque de la Fuente de El Berro ofrece pendientes suculentas que ayuden a variar los trazados y la dureza de los entrenamientos. Después de una leve exploración quedan jornadas para delimitar tiempos y distancias, ahora toca ser constante y que la llegada de la próxima estación fría no amilane mi espíritu  Ya veremos más adelante si nos planteamos algún objetivo que se pueda completar.

5 de septiembre de 2013

Tejos del arroyo Valhondillo

No recuerdo donde ostias escuché que si a la historia de la humanidad se la mide en siglos, para la medición del planeta estas centurias son simples minutos, por no reducirlo al simple
El tejo más viejo y amurallado
segundo. Tal vez los seres vivos más antiguos de la península ibérica lleven otro ritmo. Desde luego más pausado del que desearían en estos tiempos de ajetreo. Estos tatarabuelos peninsulares son los tejos milenarios del arroyo Valhondillo, los árboles más longevos de España y que se encuentran resguardados  en un rincón de la sierra de Guadarrama. Aguantando pacientes la numerosas visitas que reciben en esta época moderna donde el ocio senderista crece año tras año. Incluida mi propia persona. Esta visita tenía un carácter especial, pues llevaba demasiado tiempo buscando el hueco para poder conocer a estos gigantes. Nada mejor que las vacaciones veraniegas para irrumpir en el bosque en cualquier día laborable para caminar tranquilo en soledad y con Bosco suelto sin derivar problemas.

Bastante temprano llego al km 35 -36 del puerto de Cotos, donde en una curva cerrada hay un pequeño espacio para poder estacionar el coche. En este punto nace una vereda que desciende en paralelo al arroyo Peñalara hasta alcanzar en pocos pasos una ancha pista que desciende junto al arroyo Angostura. Rodeado de pinos, helechos y el rumor del agua saltando entre diferentes piedras y pozas. Siguiendo el curso del arroyo alcanzo el viejo puente de la Angostura, que permite acceder a otra pista paralela al otro lado del arroyo. Allí nace otra pista a la derecha en continuo y leve ascenso. Tras una serie de curvas se llega a una cerrada curva hacia la derecha con una fuente de hormigón como hito para señalar por donde ubicarnos. Este giro nace para sortear al arroyo Valhondillo. En esa misma curva hay un sendero que abandona la pista y sube en paralelo al arroyo, fácil del seguir en la espesura donde destacan algunos pequeños acebos. La senda atraviesa el afluente de las Zorras hacia la derecha y la vereda empieza a disiparse poco a poco, sin importar mucho, pues el arroyo sirve como principal guía. Saltando su curso según nos convenga para ascender lo más fácil posible.

El tejo Hermoso
Poco a poco van apareciendo los primeros tejos, jóvenes descendientes de esta particular tejeda escondida, donde los pinos intentan ocultar a sus ilustres patriarcas. El primer gran tejo es soberbio, agraciado y enorme. Un gran tronco sostiene una gran copa donde surgen alargadas ramas que parecen pedir su propio espacio de exhibicionismo, mientras otros parientes le rinden pleitesía a su alrededor, adulando a este tejo al que solo me queda por bautizar como el Hermoso. Un poco más arriba se encuentra el ejemplar más antiguo y ligeramente mimado, al rodearle un murete, lustre de jardín al más viejo de los bosques españoles. Más de mil 1500 años dicen, incluso 2000 dicen otros, vete tú a saber la edad justa, aunque tampoco importa mucho, se ve al rodear el muro su extenso tronco ramificado, o tocar algunas ramas que se extienden más allá de la recomendación. Junto al vallado una placa pide respetuosamente a los visitantes evitar acceder hasta el árbol para cuidar sus raíces y el terreno donde se asienta. Así que nada mejor que dar ejemplo y retratar al gigante desde la distancia que se nos aconseja. Pues aun quedan tejos alrededor, como otro ejemplar menos afortunado con ramas resecas que aventuran sequedad o enfermedad. Tanta molestia en amurallar a uno solo que bien se podría haber tomado medidas para el conjunto. Como con el tercer gran tejo de la zona aun más arriba, muy cerca del final de la ancha pista forestal que concluye su camino justo en el arroyo. Ahí se encuentra señalado con un hito el tejo Feo, o mejor aun el Superviviente, por encontrarse agarrado como una lapa en la caída de la ladera, su enorme tronco resiste retorcido ante su frágil posición, sujetando la tierra que le otorga la vida, siendo el primero en ser visitado si los excursionistas acceden por la pista forestal que en este caso sirve de salida.

Una vez rendidas viejas cuentas con estos colosos abandono el venerable arroyo Valhondillo,
Trocha de bajada
dejando una posible ascensión hasta su nacimiento para otra ocasión. Mientras sigo por la pista no puedo dejar de mirar hacia la derecha donde los tejos sobreviven en su pequeño rincón, así localizo a otros dos jóvenes tejos algo alejados de sus congéneres, dando muestras de que bien podrían extenderse más allá de su recóndito arroyo, que tengan suerte.

La excursión continua por la pista hasta una bifurcación donde hay una cancela, sigo de frente ignorando el desvío de la derecha. Un poco más adelante nace un pequeño camino a la derecha y aunque no sea tan claro hay que seguirlo a pesar de que se pierda la pista pues reaparece un poco más adelante hasta llegar a una poza natural rodeado de arbustos. Esta claro que me hago mayor porque años atrás no hubiera dudado en calibrar el frescor del agua, sin embargo el arroyo Angostura queda muy cerca y sus cristalinas aguas me atraen más que este pequeño charco situado en la zona conocida como Raso del Baile. Decido pues echarme al raso para tomarme un descanso y dejar el baile para el arroyo de abajo. 


Tras el parón vuelvo sobre mis pasos hasta la perdida linde del camino anterior y para dejarme
caer sobre la pronunciada pendiente. Enseguida aparece una trocha que desciende con rapidez hasta la pista paralela al arroyo Angostura. Muy cerca del puente se encuentra la poza principal del arroyo ocupada por algunos bañistas, aunque para evitar la posible molestia de mi amable mascota remonto algo el arroyo para encontrar la necesaria soledad de terminar esta excursión con un chapuzón.

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Bibliografía.
Bosques y árboles singulares de Madrid. Andrés Campos. Ed. La libreria


Como plantar un tejo
Trashumando - Plantar tejos
Noticia
ARBA Sierra de Guadarrama

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Mapa