18 de noviembre de 2012

Posiciones perdidas: Cerro Santo

Esta entrada debería ser un anexo a la anteriormente publicada como Cerro Santo, un complemento que no llegó en su día y que en la entrada de hoy se constituye realmente en exclusividad a Cerro Santo, entidad geográfica que contiene una gran cantidad de restos de la guerra civil española suficientes para sacarla de esta pequeña colecta de "Posiciones Perdidas". Como la base bibliográfica por la que me estoy guiando apenas menciona o destaca esta ubicación, he decidido distinguir estos restos como la joya de la corona de mis etiquetadas posiciones perdidas.

Puesto de observación
El punto de partida se inicia en la misma pista forestal que alcanza la altura máxima de Cerro Santo, se abandona la pista y nos adentramos en la planicie hasta el fortín observatorio que cerraba la excursión citada anteriormente. Ahora en cambio abre nuestro recorrido hacia la profundidad del bosque en este primer puesto militar. Un poco por detrás de unas grandes rocas encontramos un conjunto de viviendas que conservan la estructura principal, incluso alguna mantiene en su interior el molde de una chimenea. También se atisba el ondulado tejado que cubría estas construcciones. Tanta vivienda acumulada seguramente daba cobijo a más gente que el observatorio podría requerir. Así pues no queda otra que buscar más restos sobre esta cima achatada y decorada con grandes moles de piedras.

Tal cantidad de roca fue aprovechada como parapetos naturales en lugar de las trincheras. Poco a poco voy encontrando pequeños muretes y dispersos pozos de tirador que cumplen a la perfección la faceta de camuflaje con el entorno, encuentro varias posiciones que aprovechan el cobijo o la altura que proporciona la naturaleza. En la retaguardia de una imaginaria línea de frente, ubico algunos restos que podrían tratarse de pequeñas viviendas que marcan una estructura similar a lo largo de la cima. Sin la ayuda de mis queridas trincheras, las guías en estos ámbitos, camino un poco a ciegas, más bien en zigzagueo para tratar no dejar atrás alguna construcción. Nuevamente vuelvo a encontrarme con un par de montículos de piedra en forma de hitos. Como los que encontré en la anterior entrada de Álamos Blancos, mi imaginación se dispara para intentar adivinar su significado, si tuviese alguno. Pero como lo desconozco prefiero dejarlo a la libre interpretación de cada uno.


Tras un enorme roquedal, adornado con sus respectivos puestos de tirador, llego hasta un fortín similar al del inicio aunque en peor estado de conservación. El techo de hormigón esta completamente derruido aunque conserva el muro principal. Enclavado en un pequeño claro, domina esta cornisa sobre el embalse y los montes nacionales de Cabeza Líjar y Cerro Piñonero, el más cercano Cerro de La Viña justo enfrente. En los años de la guerra no había embalse, solo los restos de un antiguo poblado llamado Herrería del Berrueco, también conocido como San Macario, hoy en día sepultado bajo las aguas. Esta posición es un buen referente estratégico y el nacimiento de una línea del frente hasta el municipio de Guadarrama. Un muro de piedras desciende desde el fortín hasta otro roquedal y desde aquí surge una esplendida trinchera coronada por más piedras apiladas. Algún puesto avanzado desciende todavía más por la ladera.  


Esta línea bordea la ladera de este cerro, internándose nuevamente en el bosque, dando paso a más construcciones, viviendas, parapetos y entrecruzándose con otra trinchera que desciende desde otra posición. Destaca la cantidad de muro que ha aguantado el paso del tiempo y que se mantiene en lo alto de la zanja, conservando seguramente una buena proporción de su estado original. Finalmente la línea militar desciende hacia la hendidura provocado por el arroyo Guatel, enlazando seguramente con la trinchera que encontré en la excursión anteriormente mencionada. Hoy no es el día de acompañarla, probablemente se pierda por la carreterilla cercana al muro del embalse y creo que esta trinchera es la que aparece en el interior del vallado del cerro de enfrente. Llegados a este punto solo queda regresar a través del bosquecillo para ver de donde procedía la trinchera anterior. 


La trinchera me lleva hasta un conjunto de formaciones rocosas rematadas por los consabidos muretes que plagan este roquedal algo aislado del frente. Tal cantidad de muros y su situación me recuerda a un pequeño castro, tal vez fuese un puesto de mando o seguramente un conjunto de viviendas que cobijase a los soldados. De regreso hacia el punto de partida, merodeo un poco más, por si encontrase alguna nueva construcción, pero el resultado es baldío. Plácidamente recorro la planicie de este cerro cruzándome con los restos anteriores, llegando finalmente al fortín observatorio en este pequeño trazado circular de la historia.


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