13 de noviembre de 2009

Quinta de la Fuente del Berro

Una de las promesas que me hice para este año era plantar un árbol. De hecho ya tenía previsto para este fin usar esquejes para acelerar el proceso lento de los arboles. Ahora que el año esta cerca de terminarse no puedo ocultar mi fracaso personal. Los escasos esquejes que he ido realizando a lo largo del año se han convertido en unas simples ramas secas e inertes. No he sido capaz de obtener ningún resultado positivo. Aun así, terco de mí, continuo intentándolo en este seco otoño apurando los últimos estertores del curioso año 2009.


Tejo


Para hacer los esquejes correctamente me guié por Dios, usease, Google. El sabelotodo buscador me remitió al foro de Infojardín, donde hallé la información del esquejado. Además aproveché para encontrar información de mi árbol predilecto, el tejo. En este punto, uno de los comentarios citaba un magnífico ejemplar en el parque de la Fuente del Berro, al lado de mi trabajo. Que casualidad, lo mismo que los fortines el destino se encargaba de dirigir mis pasos.


Un paseo por el parque de la Quinta de la Fuente del Berro.


Aprovechando una de esas tardes en las que el trabajo me suele dar un respiro, por la ausencia de trabajo, me armé de mi queridísima cámara de fotos a la caza y captura del tejo. Al parque llegué por una entrada lateral y mi entusiasmo aumento al descubrir que en realidad se trata de un parque con varias especies de arboles distintos, provisto de una pequeña libreta anoté los ejemplares y el recorrido en un burdo mapa que mi velazquiana mano dibujó.


El parque tiene una larga historia, el origen data del siglo XVII, en una finca situada junto al arroyo Abroñigal. La finca fue pasando de manos a lo largo del tiempo como espacio de divertimento y jardín botánico. Finalmente el ayuntamiento se hizo cargo de la finca en 1948.



Un poco de historia




En mi paseo personal me centro en los gigantes arbolados que pueblan este magnífico rincón de Madrid. Cedros, Secuoyas, Cipreses, Plátanos... y obvio los entresijos arquitectónicos como un palacete o los varios estanques que le dan vida al parque a través del agua. Intentó ir por orden con un buen ejemplar de Olmo, luego un par de Magnolios, Boj,... un par de vigilantes del parque que me controlan desde la distancia y un amable padre que daba un paseo con su hijo y que al verme fotografiando me pregunta por la importancia del parque. Dejando a un lado mi habitual rubor le respondo indicando los mejores ejemplares que había a la vista en ese momento. Un haya y un cedro libanés imponente. También la secuoya visible aun estando algo lejos, creo que me tomó por un estudiante de biología en lugar de un curioso que es lo que soy realmente.



Lo mejor del paseo y del parque bajo mi punto de vista fue un considerable laurel, retorcido y majestuoso, nada que ver con un arbusto, el hermoso Ginkgo de origen oriental, venerado en Japón y con un verdor fosforescente que cegaba en pleno otoño. Por ultimo, el tejo, no se equivocaba ese desconocido de infojardin, el ejemplar responde con creces a los mimos que seguramente reciba de los jardineros mostrando un porte espectacular, con un ramaje tan extenso que nada deja crecer bajo su sombra.



El tiempo pasa y mi excursión toca a su fin, el cambio de hora se hace notar en demasía y cada vez me cuesta más hacer fotografías, mi simple cámara digital no se lleva bien con la escasa luz diurna que queda. Mis últimos retratos quedan algo desenfocados. Lastima por el eucalipto rojo y el ciprés portugués, dos buenos ejemplares que volveré a visitar en breve. Todavía tengo tiempo que perder en este parque, simplemente bonito.


Album Quinta de la Fuente del Berro

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