15 de septiembre de 2009

Esperando la calma

Dice el refrán que "después de la tempestad viene la calma". Me viene muy bien para relacionarlo con este mes de septiembre donde las horas de sol empiezan a verse reducidas de manera alarmante. Tomando el refrán al pie de la letra me imagino una brusca tormenta con nubarrones y lluvias abundantes que dejaran paso a un sol radiante y aun tiempo agradable. Pero este mes va y viene por todos lados, hay nubarrones y soles tantos como días, y yo en medio intentando ubicarme ante tanta incertidumbre, tanta decisión y tantas cosas. Parece que he vuelto de vacaciones y la realidad me ha dado un porrazo, nada tan sencillo.

Para empezar la vida tiene curiosas mezclas del destino. En poco tiempo se amontonan diferentes sensaciones, decisiones y experiencias como si el tiempo me apremiará a disfrutar y sufrir los últimos estertores de este verano de 2009. Antiguamente el final del verano lo marcaba la triada mágica de las fiestas de Los Molinos, Moralzarzal y Guadarrama. El día 5 de octubre era la fecha ficticia del fin de la diversión y el principio de la rutina invernal. Ahora no, ahora, este ahora que ya es pasado me obliga a decidir al instante, a sufrir y convivir con decisiones externas donde algo no funciona, mi infantil ignorancia se enfrenta a una madurez brusca e insolidaria.

Apenas podría enumerar lo acontecido durante este noveno mes, solo sé que estamos en su ecuador y empiezo a ver (o eso creo) un horizonte más claro, sin tanta mezcla de alegrías y decepciones. En un breve resumen enumeró que he rechazado un trabajo con más pros que contras, a los tres días me doy cuenta PORQUE tenía que haber cambiado de curro, una caja de ahorros me alerta de mi próxima parada, hipoteca, sufro un ataque de rebeldía transitoria que me lleva a disfrutar de los rigores de la noche, retomo los pedales (MTB), movidas en el trabajo que es mejor olvidar y que me lleva a acatar las decisiones tomadas, plantarse y tirar para adelante, hacer frente hacia el camino tomado y cerrar el paraguas cuando la tormenta me dé un respiro.

Más bien espero ir sin paraguas, con chubasquero y el agua golpeándome la cara...

que fácil es decirlo... a ver si lo pongo en practica.